Juan M. García Passalacqua 11 de diciembre de 2008 El pasado lunes 8 de diciembre fue convocado por última vez el 110mo. Congreso de Estados Unidos. Acá, mientras tanto, el Partido Popular se hiende. Ha creado una Secretaría de Asuntos Federales presidida por José Alfredo Hernández Mayoral. Pero un grupo de otros seis líderes dirigido por William Miranda Marín, convocó enseguida un Diálogo Soberanista en Caguas. La Secretaria y el Diálogo, los dos, deben ver lo que ya concluyó el 110mo. Congreso sobre nuestro status. Yo lo hago público en esta columna hoy. Lean lo que les dice El Americano. Los Estados Unidos han ido aprendiendo sobre nuestra condición colonial. Cuando llegue el 2009, su entendimiento será mejor, gracias el unánime “Informe Sobre un Puerto Rican Democracy Act”, emitido por el Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes desde el 22 de abril de 2008, que nadie aquí ha leído, y que firma su Presidente —Nick Rahall. El Presidente del Comité para el 111mo. Congreso, plantea que Puerto Rico debe votar antes del 31 de diciembre de 2008 entre dos opciones de status. Una, continuar en su presente condición de status territorial. O dos, procurar un status constitucionalmente viable y permanente no-territorial. Es la mejor política. Si Puerto Rico decide procurar otro status que no sea el territorial que tiene, puede convocar una Asamblea Constitucional de Status, o puede convocar un plebiscito, y presentar sus resultados al Congreso. Ante el colapso del Partido Popular en las elecciones, ahora con su Secretaría y su Diálogo ¿queda vivo un plebiscito? La clave del Informe es dar jurisdicción exclusiva a tribunales estadounidenses, para evitar que se repita la aberración de “ninguna de las anteriores” que ocurrió en 1998 por mandato de nuestro Tribunal Supremo. El Informe señala que hay cuatro formas de status político definidas en la Constitución estadounidense: estados, el Distrito de Columbia, las tribus indias, y los territorios. En el caso de la invasión de Puerto Rico señala que no cabía dentro de esas cuatro, y su Tribunal Supremo se inventó en el caso de Downes v. Bidwell de 1901 la condición de territorio no-incorporado. Sin embargo, toma nota que se desarrolló contra esa condición un sentimiento nacionalista en Puerto Rico. Incluye en ese sentimiento nacionalista las ideas de Luis Muñoz Marín junto a las de Pedro Albizu Campos y el Partido Independentista desde 1946. Concluye que la actual condición territorial “nunca ha sido satisfactoria para los líderes del pueblo de Puerto Rico”. Rahall sabe. El Informe Rahall relata los eventos entre 1950-1952 significando que los mismos “no derogaron la autoridad plenaria del Congreso de los Estados Unidos sobre Puerto Rico”. Y concluye que tampoco hicieron a Puerto Rico una nación en libre asociación con los Estados Unidos. El Informe llama los eventos de 1950-1952 “confusos”, y esa confusión como la causa de que los puertorriqueños no hayan determinado su preferencia de status futuro. Para sustanciar ese hecho, Rahall cita el caso de Harris v. Rosario decidido por su Tribunal Supremo en 1980 que decidió que la Cláusula Territorial de su Constitución sigue siendo aplicable a Puerto Rico. Cita también el caso de Rodríguez v. Partido Popular de 1982 en que el Tribunal Supremo de ellos decidió otra vez que las leyes federales implementan la Constitución de ellos y por tanto son la ley suprema en el territorio de Puerto Rico. Sobre ello, nos llama “distraídos”. Con razón. El Informe dedica páginas a destruir la teoría de un “pacto” entre los dos pueblos, e insiste en que la Cláusula Territorial sigue siendo aplicable a Puerto Rico en todo su vigor. Entra entonces Rahall a narrar la reciente historia del Congreso de los Estados Unidos sobre el status de Puerto Rico. Comienza con las acciones del Comité de Recursos Naturales del Senado a partir de 1989 y del mismo Comité en su Cámara de Representantes que no resultaron en nada. Recuerda que en 1996 el Comité del Senado de ellos aprobó legislación que no fue considerada en la Cámara, y que en 1998 la Cámara de ellos aprobó legislación que no fue considerada en el Senado. Significa que en diciembre de 1998 una mayoría del pueblo de Puerto Rico votó en contra de todas las alternativas ofrecidas por los Estados Unidos y a favor de “ninguna de las anteriores”. Pero cita con aprobación el bi-partita “Informe Sobre Resultados del Plebiscito en Puerto Rico en 1998 del 106to. Congreso”, que tampoco se ha leído aquí por nadie. Ante la inacción de su Congreso y la indecisión del territorio, Rahall significó la iniciativa del Presidente William Jefferson Clinton llamando a una Cumbre de Status a los líderes políticos locales de aquel momento, la creación del Presidential Task Force on the Status of Puerto Rico, y la comparecencia de la Casa Blanca a las audiencias congresionales celebradas en el 2000. Finalmente, cita con aprobación el “Informe del Task Force de Casa Blanca de diciembre de 2005”, recomendando que el Congreso provea a Puerto Rico sólo dos opciones: o continuar como territorio u optar un status no-territorial permanente. Esa es la política ahora. El Informe entra entonces a relatar las propuestas de status recientes ante su Congreso. En el Congreso 105to., el HR 856 que pasó en la Cámara por un voto pero falleció en el Senado. En el Congreso 106to. se presentó el HR 4751 de John Doolite ridiculizando un “pacto bilateral no-territorial de unión permanente con ciudadanía garantizada”. En el Congreso 109no. se presentó el HR 4867 de Luis Fortuño implementando el informe de Casa Blanca y el HR 4963 de John Duncan proponiendo en vez una Asamblea Constitucional de Status. Y finalmente, en este 110mo. Congreso, el HR 900 de José Serrano con la enmienda de un solo plebiscito en que Puerto Rico vote —sí o no— a continuar siendo un territorio no-incorporado. ¿Qué dirá el PPD? La clave del Informe Rahall es que hay “tres opciones de status: independencia, una nación en libre asociación con Estados Unidos unilateralmente terminable, o la estadidad; todas las opciones no-territoriales posibles viables bajo la Constitución y el derecho internacional”. La Secretaría de Asuntos Federales y el Diálogo Soberanista, los dos, deben oír a El Americano.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Los puertorriqueños y EE UU como país multiétnico
Maurice A. Ferré 09 de diciembre de 2008 Me extrañó la observación de mi amigo Juan Manuel García Passalacqua en su artículo en El Vocero de Puerto Rico del 13 de noviembre, de que yo presagié que el presidente electo Barack Obama ha prometido resolver el status de Puerto Rico antes del 2012 en un Estados Unidos posétnico. En mi artículo del 8 de noviembre, El Vocero cambió una pregunta y la convirtió en exclamación, y así cambió mi sentido completamente. El mismo artículo se publicó correctamente en El Nuevo Herald (Miami), y dice “Al ganar la presidencia de EE UU Obama pasó nuestro país de ser país posracial a uno encaminado a ser un país posétnico. ¿Qué importa un país multicultural en este nuevo esquema global?” Con todo y eso (el error de redacción del Vocero), el amigo Juanma hace su comentario crítico a sabiendas de mi firme convicción por más de 30 años sobre EE UU como futuro país multicultural y multiétnico. Y si no, que lea el resto del artículo mío que recalcó mi parecer claramente. Lo repito hoy a los lectores por su importancia al tema de la posible futura estadidad de Puerto Rico, en la que sigo fervientemente creyendo. Estados Unidos es un país en continua transformación y constante mejoramiento, la perfección de la Unión, como dice Obama. Entre las mejoras está la definición de quien, es de facto, aceptable como americano. En el pasado de EE UU hubieron momentos en los que existían esclavos, luego separación en las escuelas por raza, y negación al voto por falta de educación, por ser mujer o negro. Todo esto se ha superado. No digo que está justificado el trato pasado a los indígenas en sus tierras origínales o en las reservaciones o que fue correcto el territorio mejicano que en varias ocasiones terminó como territorio estadounidense, o el confinamiento de los japoneses en California durante la Segunda Guerra Mundial. Ni se justifica la tortura de terroristas musulmanes en Guantánamo. Pero ya vemos el rechazo total de tortura como solución en la nueva administración de Obama. ¡Cambio! El tema ahora de la definición de quién y qué es un estadounidense nuevamente viene a la palestra. Concierne la posible estadidad de Puerto Rico. Yo creo que la iniciativa es de Puerto Rico. El consentimiento de los gobernados es esencial y luego el Presidente Obama y el Congreso 111º o el 112º tendrán que elaborar el tema dentro de este marco. Mi amigo García Passalacqua, repite semanalmente que EE UU llegó unilateralmente a Puerto Rico en el 1898 y que saldrá unilateralmente de Puerto Rico. Tampoco cree Juanma en la importancia de la voluntad del pueblo de Puerto Rico, que Washington ha ignorado por 110 años. Nuestra diferencia es que yo creo que el día más importante para Puerto Rico, en esta relación asimétrica con EE UU, fue el 2 de marzo del 1917, cuando Woodrow Wilson firmó el acta congregacional que le dio a los entonces más de un millón de puertorriqueños la ciudadanía americana. Ahora somos 8 millones. Los de acá (Florida) tarde o temprano, en tres o cuatro generaciones nos asimilaremos. Ya la gran mayoría de los de la cuarta generación en Nueva York no hablan español ni tienen patrones culturales puertorriqueños. Serán hispanos o latinos, pero sus nietos simplemente serán norteamericanos de herencia latina. Cada diez años el 10% se casan con personas no puertorriqueñas. Teóricamente en cien años todos se habrán casado con personas de diferentes ascendencias. Los puertorriqueños de Puerto Rico siempre serán puertorriqueños, no importe el pasaporte que tengan o el estatus político de la Isla. Y eso incluye la estadidad federada. De la misma forma que los catalanes tendrán pasaporte español y representación en las Cortes de Madrid, pero hablan catalán en Barcelona, tienen su propia cultura e identidad. Hasta los andaluces que viven en Cataluña, y son más del 30% de esa población, hablan catalán y muchos son independentistas. No creo que mucho de los puertorriqueños de la Isla hayan aceptado esta realidad de la identidad puertorriqueña. De su parte, los del Congreso tienen que aceptar que no es justo que a casi 4 millones de ciudadanos americanos, que viven en un territorio estadounidense de 110 años, no tengan el derecho de seleccionar su status político, especialmente si la gran mayoría, según las encuestas y los recientes resultados electorales, indican ahora que seleccionarían la estadidad en un plebiscito. Lo del anexionismo es relativo. Ya EE UU anexionó el territorio en 1898 y anexiono al pueblo en el 1917. El problema es que esos ciudadanos son de segunda clase pues no tienen representación votante en el Congreso ni seleccionan su presidente. Puerto Rico es pertenecía de pero no parte de EE UU. Si los votantes estadounidenses de Puerto Rico seleccionaran la estadidad en el 2010, ¿cómo en buena fe le negaría el 112º Congreso ese derecho a la estadidad a esos 4 millones de ciudadanos, aunque sea en español? García Passalacqua cree que el Congreso nunca aceptaría un estado hispano. Pero García decía que Estados Unidos nunca aceptaría un negro de presidente. También se equivocó, y lo reconoce, cuando dijo que los 8 millones de puertorriqueños somos “un pueblo”. Mis nietos y los nietos de Juanma, que viven acá, nos hablan en ingles y no saben lo que es una plena o porque la mancha de plátano nos sale. Ya los nuevos gobernantes de Puerto Rico: Luis Fortuño, Pedro Pierluissi y Kenneth McClintock han dicho que las elecciones del 4 de noviembre no fueron un referéndum sobre el estatus. Lo demás es pataleo. Sea como sea, el Congreso de EE UU no va a unilateralmente decidir el futuro de Puerto Rico sin que Puerto Rico hable primero. Lo que el momento requiere es la perseverancia y la insistencia del nuevo gobierno de la Isla de que se resuelva el estatus de Puerto Rico en este cuatrienio. En Barack Obama, Puerto Rico tendrá un amigo que intelectualmente y emocionalmente entiende que EE UU está entrando en una nueva etapa en donde el país se proclamara multicultural y multiétnico sin abandonar la Constitución de EE UU y mucho menos la base estructural de la tradición norteamericana. Es la clara evolución de EE UU a su próximo nivel del Credo Americano y del Sueño Americano. Obama lo entiende. García Passalacqua lo entiende, aunque no lo acepta. Requiere un reajuste del Sueño Puertorriqueño, aunque no del Credo Puertorriqueño. Ese es el cambio que viene.
Publicadas por R@S a la/s 10:19 a. m. View Comments