Maurice A. Ferré Pronto la ciudad de Washington, D.C. tendrá su congresista en la Cámara federal representando a 600,000 estadounidenses. En los próximos meses el gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño, y el comisionado residente Pedro Pierluisi lanzarán una campaña para un plebiscito federal en la Isla, continuación del proyecto de ley H.R. 900 del último Congreso (el 110), del cual fue autor original el entonces comisionado residente Fortuño. El mismo Fortuño que ganó una rotunda victoria para la gobernación de su Isla en el 2008. Durante la campaña electoral, el partido que preside Fortuño, el Partido Nuevo Progresista (PNP), expuso en su plataforma y se debatió públicamente, el tema de la preferencia por el PNP para resolver el estancamiento a la solución del status de Puerto Rico propuesto por Fortuño, precisamente en el proyecto de ley H.R. 900. Ya Pierluisi anunció a través de un artículo en The Hill “D.C. Vote Bill Gives Hope to Puerto Rico Proponents” (7 de marzo), que él y el congresista de Nueva York, José Serrano, ya están hablando de introducir un proyecto de ley en la Cámara Baja de EE.UU., que consulte a los votantes de Puerto Rico de si éstos están satisfechos con el actual Estado Libre Asociado o si prefieren un status político democrático y no territorial. Si Puerto Rico ha de celebrar un plebiscito federal –por segunda vez en 111 años bajo la bandera estadounidense– lo tiene que hacer en el 2010. Después de las elecciones congresionales, en noviembre del 2010, comienza la preparación para la elección presidencial de EE.UU. del 2012. Para lograr un plebiscito antes del 2012 hay que trabajar el Congreso 111, ya. Desde un punto político, el “ya” también tiene sentido. El PNP no sólo ganó la gobernación, sino ganó casi dos terceras partes del poder legislativo y 48 de los 67 municipios de la Isla. El PNP representa el anhelo de una mayoría en Puerto Rico por la estadidad federada. Dijo el ex gobernador, y gran líder del Partido Popular, Rafael Hernández Colón en el Caribbean Business del 22 de enero de 2009, que él felicitaba al gobernador Fortuño por no haber mencionado el tema del status en su discurso de inauguración, pues debido a la situación económica tan mala en que se encuentra Puerto Rico, éste no era momento para ideología partidista y pataleo “bickering”. Por supuesto, yo difiero de este criterio de mi buen amigo de infancia. Opino, hoy más que nunca, que lo único que salvará económicamente a Puerto Rico es la estadidad. El único interrogante que queda en Puerto Rico es si la estadidad disminuiría nuestra puertorriqueñidad. Don Luis Muñoz Marín respondió a la pregunta de si la ciudadanía estadounidense disminuiría la puertorriqueñidad con una típica metáfora muñocista, que en resumen decía que no, pues la cultura puertorriqueña seguiría igual. Si esto es cierto, entonces, por lógica sigue la conclusión de que tampoco afectará la puertorriqueñidad la estadidad federada de Puerto Rico, por las mismas razones que decía Muñoz ––nuestra nacionalidad es cultural. Más, cuando para el 2042 habrá 130 millones de hispanos en EE.UU. y antes del 2050, una tercera parte de la nación norteamericana será hispana, un estado hispano será bienvenido por éstos y muchos más. Dije anteriormente que sería el segundo plebiscito federal, pues el primero fue la Constitución del ELA y la aceptación por el Congreso de EE.UU. de la misma. Un nuevo plebiscito federal sería basado precisamente en la aceptación de la continuación del ELA y de esa misma Constitución. Si se celebra un plebiscito sencillo en el 2010, preguntándole a Puerto Rico si quiere continuar con el Estado Libre Asociado o prefiere un status no territorial, ganaría el último. Y luego, si la selección es entre estadidad federada y soberanía independiente (con o sin asociación a EE.UU.), la estadidad ganará abrumadoramente. Y entonces viene lo difícil. El próximo paso. La aceptación de la estadidad de Puerto Rico por el Congreso de EE.UU. En su artículo en estas páginas de El Vocero, del 5 de febrero, mi buen amigo de muchos años, Juan Manuel García Passalacqua nos explicó como funciona el Plan Tenesí. Lo han explicado muchas veces mis también amigos, Pedro Rosselló y Luis Dávila Colón. Pero en su recién artículo, Juanma nos habla de Texas, pero no mencionó el último estado que entró a la Unión a través del Plan Tenesí ––Alaska. Alaska se convirtió en estado el 3 enero de 1959, así como Hawai el 21 de agosto de 1959, los más recientes territorios convertidos en estados. En el caso de Alaska vemos algunas posibles similitudes con el de Puerto Rico. Alaska celebró una Asamblea Constituyente en enero del 1956 en la Universidad de Alaska en Fairbanks. Ahí se discutió y se decidió convertir el territorio de Alaska en el estado federado bajo el Plan Tenesí, antes también utilizado por Michigan, Iowa, Oregón, Kansas, Minnesota y California. Los autores de la Constitución estatal de Alaska adjuntaron tres ordenanzas al documento básico. La primera, pedía la ratificación de dicha Constitución en la elección primaria del 24 de abril del 1956. La segunda, pedía que en ese mismo día se aprobara Alaska a seguir el Plan Tenesí. A su vez se eligieron dos senadores federales y un congresista. Uno de los senadores electos fue Ernest Gruening, presente activamente en la historia de Puerto Rico (1935-1937). El 14 de enero de 1957 llegaron los representantes electos de Alaska a Washington. La fuerte oposición de los sureños y de los Republicanos del Congreso duró hasta junio del 1958. Pero, como de costumbre, el Plan Tenesí a la larga funcionó. El presidente Dwight D. Eisenhower interrumpió sus vacaciones en Gettysburg y viajó a Washington, por helicóptero, para firmar el Acta de Estadidad de Alaska el 7 de julio del 1958. El trecho es largo y difícil. Pero por el Plan Tenesí, una vez que Puerto Rico seleccione su constitución estatal (con pocas enmiendas a la actual Constitución) y sus dos senadores y seis congresistas, la aceptación del Congreso de EE.UU. no tomará mucho más que los 18 meses que tomó para aprobar a Alaska. Se opondrán los mismos de siempre, los sureños y los Republicanos. Pero ¿qué va a decir el Congreso norteamericano, que no quiere a Puerto Rico por ser de otra cultura, porque el 80% en la Isla hoy no habla inglés? ¿Y cómo ganan los Republicanos las elecciones presidenciales del 2012, 2016 y 2020? Para ese entonces, el voto hispano dominará en Texas, Arizona, Nevada, Nuevo Méjico y California y será importante en Florida, Colorado y otros más. ¡Claro! Puerto Rico tendrá que pagar impuestos federales, pero recibirá mucho más del fisco federal de lo que pague, hasta que se nivele el estado de Puerto Rico con los otros 50. ¡Ah sí, y Puerto Rico seguirá con su cultura, hablando español! En otra generación, más del 20% hablará inglés, así como los catalanes hablan español también.
martes, 17 de marzo de 2009
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