Claridad Ángel Israel Rivera ¿Por qué no comenzar el 2009 con lo que no hicimos antes y que debimos haber hecho hace tiempo? Tanto el Partido Popular Democrático (PPD), en calidad de único partido electoral de minoría, como el independentismo en general, deben aprovechar la coyuntura del inicio de un nuevo cuatrienio bajo pleno dominio del Partido Nuevo Progresista (PNP) para hacer el trabajo que se debió hacer antes pero que no se ha hecho. Mientras el PNP se enreda en las mil complejidades de administrar el gobierno territorial, y se entretiene con el manejo y aprovechamiento del presupuesto colonial, el PPD y el movimiento independentista debieran dar prioridad a la educación del pueblo sobre la necesidad de la soberanía política para realmente tener en nuestras manos los instrumentos institucionales de poder que contribuyan efectivamente a resolver la crisis económica y establezcan estrategias de mediano y largo plazo, bien planificadas, de desarrollo económico sostenible que hagan viable, además, un nuevo “Proyecto de País”. El alto liderazgo del PPD debe aprender la lección que deja la debacle del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y la disminución sensible de votos para su propio partido. El PPD no ha logrado un apoyo contundente entre su propia gente para el Proyecto de País y un nuevo ELA basado en la soberanía puertorriqueña porque ha transitado demasiado por las vías de la ambigüedad, de la falta de claridad y concreción en la propuesta, y por la ausencia de un proyecto masivo de educación política entre sus propios votantes. Nada de eso se atendió en el cuatrienio 2005-2008, aunque el programa del PPD para las elecciones de 2008 sí se refirió al Proyecto de País y aludió a la soberanía. La proximidad en las ideas de la base del PPD y de la base del independentismo es un fenómeno que se está desarrollando independientemente de que los líderes de uno u otro sector lo reconozcan o no. Es por eso que existe un gran potencial para crear una Alianza en pro de la “Soberanía en Asociación”. Lo primero que necesitamos construir es una diversidad de puentes oficiales de diálogo entre los soberanistas del PPD y los grupos independentistas. A pesar de todas las dubitaciones del alto liderato del PPD, es importante dar oportunidad a que el liderazgo de ese partido dé continuidad a la Asamblea Constitucional de Estatus, al Proyecto de País y a la búsqueda de una nueva asociación basada en la soberanía de Puerto Rico. La razón principal es que ese partido aglutina al grupo más numeroso de apoyo potencial a la libre asociación soberana. A pesar de todas las condiciones adversas a un triunfo electoral del PPD en 2008, más de un 40% del electorado que votó lo hizo por el PPD sin que fuera obstáculo el hecho de la inclusión en su programa de la Asamblea Constitucional de Estatus, la soberanía y la continuada asociación con Estados Unidos en un estatus no territorial. Mientras el PPD sostenga esos puntos claves, no debe importarnos mucho que dicho partido sea el único existente para propósitos de voto en las elecciones coloniales, frente a la opción estadista y neo-liberal del PNP. No parece muy prudente crear ya otros partidos electorales que vengan a restarle energías al proceso de educación y de organización que se requiere previamente para que cualquier institución política nueva pueda tener esperanzas de éxito. Si el PPD no coopera, construyamos entonces el nuevo partido para una alianza de centro-izquierda Claro está, si el PPD queda capturado por dirigentes que le den un giro hacia la derecha, abandonando la idea del Proyecto de País y de la asociación bajo condiciones de soberanía puertorriqueña, debe crearse entonces, sin dilación, una nueva entidad electoral que coloque en el centro de sus objetivos la Asamblea Constitucional, la Libre Asociación como solución de estatus y el “Proyecto de País” como un esfuerzo mucho más amplio, que logre transformaciones importantes en lo económico, lo social y lo cultural, además de en lo político. En esa eventualidad, a los líderes Libre Asociacionistas del PPD no les quedará más remedio que abandonar ese partido para sumarse a apoyar los esfuerzos de un nuevo partido con alto nivel de viabilidad. Nuestra historia demuestra que los nuevos partidos únicamente tienen éxito cuando los existentes sufren divisiones importantes. Así ocurrió cuando el entonces recién fundado PPD ganó por estrecho margen en 1940 y por una ventaja mucho más amplia en 1944. Para entonces, el Partido Liberal se dividió y también ocurrieron divisiones en la Unión Republicana y en el Partido Socialista. Ocurrió igualmente en el período 1967-1968 cuando el recién fundado PNP ganó parcialmente el control del gobierno en las elecciones de 1968 debido a la división en el PPD. El Partido Popular de hoy día no tiene mucho que buscar asumiendo posiciones inmovilistas, anexionistas ni neoliberales a ultranza, porque ese campo está ya ocupado por el PNP. Pero si, carentes de sabiduría, los líderes actuales del PPD movieran a ese partido en contra de la soberanía puertorriqueña, o abierta o solapadamente a favor de la estadidad, pues tanto peor para ellos y para el PPD. Tal circunstancia resultaría en una fractura fundamental, muy grande, del Partido Popular, lo cual daría base a que un nuevo partido Libre Asociacionista tuviera viabilidad. No hay duda de la necesidad que existe de llenar el vacío político que representa la ausencia de un partido político que claramente impulse la libre asociación como solución de estatus. No obstante, los inicios de 2009 aconsejan concentrar los esfuerzos en un proyecto que sea más bien de carácter educativo, porque es la educación política lo que más se necesita. Los puertorriqueños hemos sido demasiado dados en el pasado a la fundación grandilocuente y exhibicionista de grupos que, al fin y al cabo, no llegan muy lejos. La razón del impacto limitado que han tenido tales grupos o partidos es, en gran medida, que no se ha acometido la tarea más difícil de educar a nuestra gente de modo que el respaldo a sus ideas y propuestas fluya espontáneamente. La educación es esencial, sobre todo, en un primer momento. Luego, y sin abandonar el proceso continuo de educación, debe procederse, en un segundo momento, al proceso organizativo y, al final, ya más adelante, cuando los procesos sociopolíticos estén maduros y las condiciones del entorno sean las más propicias, pueden fundarse nuevas instituciones políticas o establecerse una alianza formal entre las instituciones, grupos o partidos existentes. Apresurar la fundación de un partido electoral ahora para apoyar el Proyecto de País y la Soberanía en Asociación, sin un proceso previo de educación política, significaría no haber aprendido de los errores del pasado. Sería equivalente a desatender la lección política que evidencia el descalabro del PIP, por ejemplo. La debacle electoral del PIP en 2004 y 2008, además de explicarse por otros factores, tiene entre sus causas fundamentales el abandono de dicho partido de dos tareas esenciales en todo movimiento político que comience en minoría pero que aspire a convertirse en mayoritario: (1) La educación política sobre la necesidad y viabilidad de su proyecto, y (2) Un proceso de organización de los educados y convencidos en grupos de acción en las comunidades locales a lo largo y ancho de todo el país, no para reunirse entre ellos mismos y darse consuelos mutuos, sino para establecer un diálogo continuado con personas de otras persuasiones políticas con el fin de convencerlas de la necesidad de ejercer plenamente la soberanía a la cual tenemos derecho. Se trata precisamente de dialogar con los no convencidos para demostrarles los beneficios que se obtendrán para todos. Al plantearse ahora, en forma novedosa, el objetivo de la plena soberanía sin eliminar la asociación con Estados Unidos, los no soberanistas estarán en una actitud más receptiva de atender el contenido de los argumentos a favor del Proyecto de País y de la Soberanía en Asociación. Es así porque sabrán que puede mantenerse mucho de lo que ellos perciben como “beneficios existentes” en la relación actual con Estados Unidos. Este tipo de mensaje tiene mayores posibilidades de convencimiento porque no se ve el ejercicio pleno de la soberanía puertorriqueña como una separación total frente a Estados Unidos y el llamado “primer mundo” de los países más desarrollados. Al contrario, la libre asociación permite la continuación de lo mejor de la actual relación con Estados Unidos y al mismo tiempo, la ampliación de nuestras relaciones económicas y comerciales a otros centros de desarrollo mundial como la Unión Europea y los países más dinámicos del Asia. Para quienes estamos ya convencidos de que la Alianza Soberanista es necesaria, administrar el gobierno territorial no puede ni debe ser prioridad. Dejarse captar por el sistema a base de disfrutar de una fracción del fondo electoral, aunque no se saquen muchos votos (el modelo PIP del partidito continuadamente marginal que funciona como el negocio privado de un grupito de líderes bien acomodados) tampoco puede ni debe ser una opción, si es que nos respetamos a nosotros mismos y deseamos que el Pueblo puertorriqueño nos respete. Por lo tanto, no es necesario crear ahora un partido o entidad electoral que drene nuestras energías antes de tiempo. Lo que sí necesitamos es crear entidades no partidistas que tengan como objetivo educar al Pueblo sobre por qué son necesarios la Soberanía en Asociación y el Proyecto de País. Por ejemplo, ha surgido recientemente un Comité Pro Descolonización que celebra el 31 de enero un primer seminario educativo abierto al público en la Escuela de Derecho de la Universidad Interamericana. Cumplida más adelante la función educativa en lo esencial será entonces el momento de organizar a la gente de modo que transitemos, por fin, hacia el otro Puerto Rico posible.
viernes, 30 de enero de 2009
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