Por JOSÉ FERNÁNDEZ COLÓN/AP PONCE — Las acusaciones contra el gobernador Aníbal Acevedo Vilá, su llamado a apoyar la soberanía, el Impuesto de sobre Venta y Uso (IVU) y la crisis económica figuran entre las causas de la aplastante derrota del Partido Popular Democrático (PPD) en las elecciones del martes, según el profesor y especialista en temas electorales, Fernando Bayrón Toro. “Yo he podido identificar cuatro causas por las que el PPD perdió, (pero) una sola de ellas bastaba para perder”, expresó el autor de “Historia de las Elecciones y los Partidos Políticos de Puerto Rico”. El profesor universitario opinó en entrevista telefónica con Prensa Asociada que el PPD perdió la elección desde que los integrantes de la asamblea del PPD decidieron en abril “tirarse de cabeza” en el tema de la soberanía con un gobernador acusado. “Acevedo Vilá, en un acto de desesperación y de reacción a las acusaciones federales, se va a las Naciones Unidas a reclamar soberanía para Puerto Rico y a criticar a Estados Unidos cuando en este país el 95% de la gente es estadista o quiere tener una relación permanente con Estados Unidos”, destacó. Se refirió a los 24 cargos criminales que enfrenta el mandatario por presuntas irregularidades en la financiación de sus pasadas campañas. A juicio del ex profesor universitario de Ciencias Políticas, si el PPD hubiera postulado una figura nueva para la gobernación, “hubiese tenido algunas opciones mejores” de ganar la elección del martes. Opinó que la candidatura de Acevedo Vilá provocó un abstencionismo electoral popular que sobrepasó los 76,000 votantes. Bayrón Toro especuló que si los alcaldes hubieran mantenido su posición de exigir la renuncia del mandatario tras las acusaciones federales, posiblemente el Partido Nuevo progresista no hubiese tenido un copo electoral.
jueves, 6 de noviembre de 2008
El giro a la izquierda liquida al ppd
Tags PPD, puerto rico, republica asociada, soberania
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Nos llegó el futuro
Juan M. García Passalacqua 06 de noviembre de 2008 El Vocero Hace dos días se votó aquí y en Estados Unidos. Más allá de quiénes han ganado o perdido aquí y allá, antier comenzó un nuevo futuro para el globo, que se concretará en los próximos años. Los Estados Unidos de América se encaminan a convertirse en un país post-racial, multi-étnico, y trans-generacional. Y para mí, ese futuro tiene mucho que ver con el destino de los 8 millones de puertorriqueños, allá y acá. ¿Qué nos espera a los boricuas? Los pensadores siempre intentamos adelantarnos a los electores, tratando de entender. Para prepararnos hacia el futuro, debemos examinar esas tres nuevas corrientes históricas. POST-RACIAL – Los Estados Unidos nacieron con una Constitución racista que daba a los blancos anglosajones el poder total en detrimento de los hispanos y afroamericanos en su seno. Luego, se inventaron la idea de que Estados Unidos era un crisol de razas (“melting pot”, en inglés). Pero en la década de 1960 pensadores como mi profesor amigo en Harvard Patrick D. Moynihan comenzaron a advertir que Estados Unidos se movía hacia un futuro distinto (“Beyond the Melting Pot”, se llamó su libro en inglés) muy particularmente viendo lo que ocurría por la presencia de los puertorriqueños en Nueva York. Los nuestros no se querían asimilar. Medio siglo después, antier, al votar a favor o en contra de un afroamericano para presidente de los Estados Unidos los millones de electores tuvieron que enfrentarse a su propia historia e hicieron una decisión con grandes consecuencias para el futuro y de ellos y nosotros. El mejor análisis de lo que estaba en juego el martes pasado, lo presagió la profesora Kate Zarnike en el New York Times del 12 de octubre de 2008. Planteó ella que las encuestas en esta contienda presidencial allá no podían interpretarse como indicativas de lo que pasaría porque existía el fenómeno de blancos racistas que engañaban a los encuestadores al decirles que votarían por un afroamericano, pero que en secreto votarían en contra. El analista Nicholas Kristof elaboró en un artículo publicado aquí el 15 de octubre, diciendo que existía un “racismo sin racistas”, un racismo inconsciente que determinaría su voto anti-afroamericano. ¿Y qué pasó? Hay que meditar sobre el resultado detrás del voto antier. Nadie puede detener el curso de la historia. Y lo que ya pasó, sucedió. El camino hacia una nación post-racial ya se ha abierto. MULTI-ETNICA – Los Estados Unidos se constituyeron como una nación de migrantes blancos de extracción europea. En las elecciones de antier, factores influyentes para el resultado electoral fueron estadounidenses de otras extracciones que no lo son: afros e hispanos. A los otros los había bautizado hace años Michael Novak como etnias inderretibles (“the Unmeltable Ethnics”, se llamaba su libro en inglés). Aún en el caso de los neo-europeos, advirtió Novak, los Estados Unidos se movían hacia la multi-etnicidad. Pero no fue hasta antier que esa realidad tuvo un efecto electoral con un candidato con abuela blanca en Hawaii y negra en Kenya. Por ello, más allá del resultado numérico, tiene grandes consecuencias para el futuro de ellos y nosotros. El mejor análisis sobre este tema lo publicó mi gran amigo el periodista puertorriqueño Juan González desde el 2000, argumentando que los Estados Unidos como nación estaban cosechando ahora lo que sembraron con su imperialismo de principios del siglo XX. La multi-etnicidad, predijo, enfrentaría dos grupos culturales con dos visiones de mundo diferentes. Su caso explicativo fue, claro, Puerto Rico. El camino hacia una nación multi-étnica ya se ha abierto. TRANS-GENERACIONAL – Desde que se concibieron como nación, los poderes que son estadounidenses han estado en manos mayormente de hombres de edad madura. Predijo Prensa Asociada que antier las cifras evidenciarían que 6 de cada 10 jóvenes estadounidenses votarían por Barack Obama. La multiplicidad de jóvenes fue presagiada por Steven Hurst de Prensa Asociada como “una revolución social”. Es en realidad una revolución generacional. Los jóvenes votantes primerizos en los Estados Unidos no vivieron la época del racismo rampante que llevó al asesinato de Martin Luther King hace 40 años pues ninguno de ellos había nacido. Todos ellos nacieron luego de la presidencia del anti-racista Jimmy Carter. Acá vienen jóvenes al poder. Allá, el camino hacia una nación trans-generacional también ya se ha abierto. Este es el tercer factor que también tiene grandes consecuencias para el futuro de ellos y de nosotros. Más allá de quién sea presidente, es importante la nueva nación que nació antier. LA CONSECUENCIA – El 25 de mayo de este año el entonces candidato presidencial afroamericano Barack Obama respondió en nuestra Prensa a la pregunta de si los Estados Unidos están preparados para tener otro estado con personas de una cultura e idioma diferentes. Su respuesta fue, cito: “Si esa fuera la decisión, Estados Unidos está listo para tener otro estado con trasfondo multicultural. Después de todo, en California, Nuevo México y Arizona existe una gran población hispana, aunque a veces suceden tensiones. Pero la gente debe reconocer que América se ha convertido en un país diverso y creo que es algo bueno, sobre todo viniendo de mí que tengo un trasfondo multicultural”. Jure o no presidente, lo dicho ya está históricamente dicho. Acá, los tres fenómenos que se asomaron allá antier presagian el mejor momento para un movimiento anexionista anti-asimilista. Anexionista, porque desea la unión con los estados de Estados Unidos. Anti-asimilista, porque concibe la preservación de una nación dentro de otra nación. En una nación post-racial, multi-étnica , y trans-generacional, se abren posibilidades que hasta antier no existieron. A partir de estos días sabremos si se sabe aprovechar esa oportunidad. Hay, sin embargo, un problema: el liderato político secundario del anexionismo. Sus dos nuevos líderes jóvenes van a necesitar ejercer un liderato ilustrado, continuo, y decisivo. Mano de hierro en guante de seda. Yo les planteo a ellos dos hoy que su tarea es una: que sepan aprovechar la mejor oportunidad de un anexionismo puertorriqueñista en la historia. O fracasan.
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