jueves, 19 de febrero de 2009
Cuatro próceres en febrero para Puerto Rico
El Vocero Por Maurice A. Ferré Decía mi tío, Don Luis A. Ferré, que Puerto Rico era su patria y EE.UU. era su nación. Recuerdo también, antes de ser gobernador, tío Luis me decía de niño en Ponce, que para ser buen político/estadista uno tenía que nacer en febrero, y la prueba era Washington, Lincoln, Muñoz Marín y él. Me lo decía en broma, pero tenía esa realidad mágica algo de verdad. No en lo de febrero, pero sí en la similitud de la intensidad, dedicación, visión y sensibilidad patriótica de estos cuatro próceres, dos nacidos en Puerto Rico. Se cumplen ahora doscientos años del nacimiento de Abraham Lincoln en Kentucky, nacido este en pobreza. Noventa cinco años después, Luis A. Ferré nació en Ponce, hijo de un ingeniero autodidacta cubano que tenía entonces veintisiete años de edad y ocho años de residencia en Puerto Rico y de una madre ponceña, de familia puertorriqueña de seis generaciones. En este bicentenario se han publicado docenas de nuevo libros sobre Lincoln. Después de Jesús, Lincoln es la persona más estudiada en Estados Unidos. Se han escrito más de 14,000 libros sobre El Gran Emancipador. Lo importante que ahora resalta de la historia de Lincoln es como él fue aprendiendo, moderando sus creencias e ideas con su edad. A principio Lincoln era un racista, típico de su país y de su época; anti esclavista, pero anti negro. El propósito de Lincoln, durante la Guerra Civil de EE. UU. (que en cuatro años costó 600,000 vidas, en un país, entonces, de 30 millones) fue: mantener la permanencia de la Unión. El actual Presidente, Barack Obama, continuamente alude a perfeccionar la Unión. ¿Y qué significa perfeccionar la Unión? Lincoln no creía en el “Destino Manifiesto”, se opuso él como congresista federal a la guerra con Méjico, que luego le causó problemas políticos. Lincoln tampoco creía en la justificación de la esclavitud de los negros, aunque nunca fue abolicionista, ni condenó la infame “Black Laws” de Illinois, que criminalizaba el traslado de negros al estado. Lincoln era abiertamente racista, hasta el extremo de querer trasladar a los negros de EE. UU. a Liberia, a cualquier sitio de África, a Panamá, a Santo Domingo/Haití, a donde fuera, lejos de Norteamérica. Cuando Lincoln firmó el decreto de emancipación de los esclavos, no los liberó en su totalidad, solo en parte, pues tres estados fronterizos del Norte mantuvieron la esclavitud durante la Guerra Civil. En su último discurso en Abril del 1865, antes de ser asesinado, Lincoln a regañadientes apoyó un sufragio limitado para los negros del Sur. Irónicamente, esa declaración fue el ímpetu para que John Wilkes Booth, un prominente actor y racista sureño, lo asesinara. El Presidente Lincoln daba como justificación del sufragio negro el servicio militar de 400,000 negros en el ejército de EE. UU. Pero, nada de sufragio electoral para las mujeres. Esto no llego hasta el 1920. Fueron los abolicionistas del Norte los que, después de la muerte de Lincoln, lograron el cambio de la Constitución de EE. UU., que al abolir la esclavitud, lo hicieron con una visión más allá de la tiranía de la raza. La aceptación de Lincoln como El Gran Emancipador la comenzó Frederick Douglass, el intelectual negro más prominente de la época, y la auspiciaron sucesivamente el liderato negro nacional, Martin Luther King, Jr., hasta hoy, con la admiración fanática del presidente Barack Obama. Lincoln, así, se convirtió en un mito que fomentó la causa no solo de expandir la libertad, si no de la extensión de la igualdad a todo ciudadano de Estados Unidos. Y ahora tenemos un Presidente de raza mixta y una Primera Dama de raza negra, cuyos tatarabuelos eran esclavos. ¿Quién dice que la causa igualitaria no ha avanzado en EE. UU.? Los pueblos, sus intelectuales y sus líderes son reflejos de las creencias nacionales y de sus tiempos. Lincoln habrá sido racista, pero nadie ha sido más responsable que Abraham Lincoln por el adelanto de la causa de la igualdad. Sin Lincoln, el presidente 17 de EE. UU., no existiría el presidente 44, Barack Husein Obama. Tuve la gran fortuna de visitar a mi tío, Luis A. Ferré, en múltiples ocasiones en su último año de vida. A los 99 años, mi tío Luis quería hablar de su juventud y de los logros de su vida. Me dijo durante una de nuestras charlas, que sus guías intelectuales habían sido Sócrates y Eugenio María de Hostos. Pero en la estatua de Luis A. Ferré en el Senado de Puerto Rico, a quien el escogió, y dice así el libro en su mano, fue a Hostos. Y es que la Estadidad Jíbara fue un anhelo de toda una vida. El lector lo puede captar en Memorias de Ponce: Autobiografía de Luis A. Ferré, narradas por su hija, Rosario Ferré. Se ve también ese sentimiento universalista/puertorriqueñista en la obra magistral de mí amigo Mario Ramos Méndez, Posesión del ayer: La nacionalidad cultural en la estadidad. Luis A. Ferré era un profundo puertorriqueñista. Así como evolucionó EE. UU., por la fortaleza moral de Abraham Lincoln, aunque incompleta, así también ha evolucionado Puerto Rico por la visión universalista de Luis A. Ferré, que reconocía que tanto Puerto Rico como Estados Unidos llegarían a la concordia de un Estado Federado hispano, el número 51. Un Estado de la Unión de lengua hispana, siendo culturalmente Puerto Rico parte de la tradición poética y honorable de América Latina. Llegó el momento que los Estadistas puertorriqueños reconozcan que Puerto Rico es una nación, con su propia historia, étnica, literatura, música, y que eso no impedirá la estadidad. Y es tiempo de que los Populares crezcan y evolucionen de la metáfora muñocista y reconozcan abiertamente lo que decía Teodoro Moscoso y mi padre, José A. Ferré, que llegaría el día en que el Congreso de EE. UU. aceptara un estado de habla hispana. Estados Unidos sigue evolucionando. Ya el Congreso, y la nación estadounidense, han reconocido la diversidad racial, ahora falta el reconocimiento de la diversidad cultural, sin el abandono del Credo Americano. Lo único que faltaría es la voluntad del pueblo puertorriqueño, que reconozca esas verdades y lo exprese formalmente. De ahí, el reconocimiento por el Congreso de la diversidad cultural de EE. UU., hacia una Unión más perfecta, que busca el Presidente Obama, y nosotros. Celebremos, los puertorriqueños, con alegría los natalicios en febrero de nuestros cuatro grandes próceres, dos de los cuales han apoyado nuestras creencias de patria y nuestra conciencia colectiva de nación, las dos: la nación civil y la nación cultural.
Publicadas por R@S a la/s 4:38 p. m. View Comments
Los nuevos tiempos
El Vocero Por Juan M. García Passalacqua Este domingo me toca mi segundo año como septuagenario. Es un buen momento para resumirles (como nos enseñó Alejandro Tapia) a “Puerto Rico: como lo encontré y como lo dejo”. Espero ayudarles a pensar en qué les espera a ustedes en los años por venir. ¿Qué vendrá? Me motiva una reciente entrevista a Rafael Cancel Miranda que cumple 78 años y que ha publicado su fascinante libro de memorias “Del Cimarrón a Los Macheteros”. Don Rafael, septuagenario también, ha llegado a varias conclusiones existenciales con que coincido. Todo comenzó para él el 21 de marzo de 1937, y al salir de prisión encontró “un pueblo al que le han creado un complejo de dependencia que es peor que la esclavitud”. Pero sigue orgulloso y esperanzado como yo, porque han pasado 110 años de la invasión y todavía hay gente de pie y que confía en la capacidad de ser libre. Ve potencial, y pide que “sólo tenemos que encontrarnos”. Los invito. Don Rafael y yo hemos vivido tiempos viejos desde los años treinta que merecen narrarse ahora de otra manera. ¿Qué deben sentir los boricuas en el 2010? Desde mi llegada a este mundo, a esta isla, hemos vivido cinco eras distinguibles. Vean: * ERA NACIONALISTA (1937-1950) – Nací apenas unos días antes de la Masacre de Ponce y mis primeros años los dominó la presencia en nuestras vidas de un nacionalismo militante. Tres son los eventos históricos que merecen recuerdo: la Masacre de Ponce, la Revuelta Nacionalista de 1950 y las Leyes de La Mordaza vigentes hasta 1957. Permeó las vidas de los que ya somos septuagenarios aquel ambiente de represión y silencio que denuncié en mi libro “Vengador del Silencio”, la tarea que sin proponérmelo me tocó ejecutar toda mi vida. * ERA MUÑOCISTA (1944-1968) – La historia se unió en 1944 con el electoralismo con el copo electoral del Partido Popular Democrático fundado por Luis Muñoz Marín. Hasta ese año, mis dos familias fueron muñocistas e independentistas. Pero en 1946 ocurrió el deslinde (forzado mediante chantaje por los poderes que son en los Estados Unidos) que produjo la creación del estadolibrismo como opción política. Entre 1958 y 1964 me tocó a mí insistir en los pasillos del poder muñocista en el retorno a una opción soberanista para Puerto Rico (que pueden leer en “Conversaciones en El Convento”), pero ya para 1966 abandoné la política activa optando desde entonces por la politología como profesión, que he ejercido hasta hoy en EL VOCERO. * ERA DE LA ALTERNANCIA (1968-1998) – Las tres décadas de la hegemonía metafórica muñocista fueron sucedidas luego de su retiro por tres décadas de tranque electoralista que culminaron con las empatadas por partes iguales elecciones de 1980 (noche que ha regido nuestros destinos desde entonces). Una nueva generación, la mía, se había hecho cargo aquí del poder político desde 1972 en todos los partidos. Y en todos los partidos -fracasó la alternancia. * ERA NINGUNISTA (1998-2008) – En 1998, en el centenario de la invasión estadounidense, se inició una nueva e inesperada era con el resultado del plebiscito de ese año. Los Estados Unidos empujaron para que resolviésemos la condición colonial electoralmente. En vez de hacerlo, la generación que sucedió a la de Muñoz y la nuestra, escogió la ideología de la negación y el ningunismo, y el electorado votó innoblemente por una ínfima mayoría de 50% por “ninguna de las anteriores” entre las opciones ofrecidas por los Estados Unidos. Y el 10 de abril de 2005 el Gobernador electo por una ínfima minoría vetó el proyecto descolonizador de nuestra Asamblea Legislativa que se había aprobado 70 a 0. Dos históricas –vergüenzas. * ERA ANEXIONISTA (2008-2010) –En el proceso electoralista de 2008 se produjo un copo electoral comparable solamente al de 1944, pero esta vez en favor del anexionismo a los Estados Unidos de América. La acusación criminal estadounidense contra el gobernador popular desató la ira en las urnas de un pueblo que lo derrotó por un claramente mayoritario 53% de los votos. La Era Anexionista que se acaba de iniciar así plantea un reto no a Puerto Rico, sino a los poderes que son en los Estados Unidos de América. Es el reto de admitir un Estado Hispano. Se da ese reto en medio de la transfiguración de los Estados Unidos en una nación post-racial, multiétnica, trans-género y trans-generacional. Esos son los tiempos nuevos en que ya vivimos hoy. Esta nueva era plantea a Puerto Rico una distinción entre dos anexionismos, uno fundamentalista y otro ilustrado. El sector fundamentalista quiere creerse americano y rebautiza la condición política como un mero “gobierno de Puerto Rico” y quiere rebautizar nuestros pueblos como “Guaynabo City”, o “Guayama Downtown”, o “San Juan City Police”. El sector ilustrado insiste en la preservación de la nacionalidad puertorriqueña dentro de la nueva nación estadounidense que apenas surge como multi-cultural, favoreciendo un Estado Hispano. * LA ERA DECISIVA – De aquí al 2010 habrá un desfase entre el electoralismo insular y el historicismo en el globo. El globo se mueve a velocidad vertiginosa mientras nosotros nos ofuscamos en un electoralismo ridículo. La historia no la deciden unas elecciones. La historia la mueven otros factores, que se están dando a nuestro alrededor. Ustedes los que vivan entonces, tendrán que enfrentarse a ello. Si no nos admiten como Estado Hispano, yo por escrito y oficialmente, le propuse el 6 de mayo de 2007 a Richard Stanton del Comité de Jurisdicción en el Congreso estadounidense, y el 4 de agosto de 2007 al senador Ken Salazar (hoy Secretario del Interior) que dispongan del territorio de Puerto Rico unilateralmente el 23 de septiembre de 2010. Ha sido mi último esfuerzo politológico. Aquí se los dejo a ustedes. Les dejo aquí también otro entendimiento de nuestra realidad como pueblo, de nuestra relación con los Estados Unidos, y con el resto del globo. El libro (que saldrá pronto), se titula “El Umbral de la Promesa”. Léanlo. Mi teoría final es el “culturalismo”, con énfasis en nuestra nacionalidad puertorriqueña. Invito a mis lectores que aquí se quedan y que estén aquí en el 2010 –luchen por esa esperanza.
Publicadas por R@S a la/s 4:23 p. m. View Comments