José M. Saldaña 18 de noviembre de 2008 El Vocero Sucedió lo que anticipamos: Luis Fortuño y el PNP triunfaron arrolladoramente. Este triunfo es un claro reconocimiento a las cualidades, atributos y al refrescante estilo de liderato no confrontacional y de altura de Fortuño. El país en una muestra de gran confianza le ha otorgado un claro mandato para que asuma las riendas y le imparta a éste la dirección que Este triunfo es también un fuerte rechazo a la política separatista de Aníbal Acevedo Vilá y a la república asociada que en su borrachera de poder por debajo de la mesa pretendía imponernos. Este gran triunfo es una reafirmación al concepto de unión permanente con los Estados Unidos que el pueblo atesora y que Aníbal unilateralmente había descartado, y es un rechazo a la actitud antagónica que hacia los Estados Unidos asumiera por los pasados 14 meses. Es además un repudio a un gobierno errático, pusilánime, plagado de ineptitud, así como a los alcaldes que cobardemente se plegaron ante AAV permitiéndolesecuestrar al PPD para sus fines mezquinos y personales. Ha sido un rechazo a un gobernador que enfrenta 24 cargos de corrupción y a su pretensión de dirigir al país en tiempos de crisis desde el banquillo de los acusados en el Tribunal Federal. Este gran triunfo de Fortuño, que coincide con el histórico triunfo de Barack Obama y el Partido Demócrata en los Estados Unidos, tiene grandes implicaciones tanto para los Estados Unidos como para Puerto Rico. Todo parece indicar que en las últimas décadas se ha reducido el discrimen racial y étnico en los EE.UU. hasta el punto de que hoy esa nación se considera como una de múltiples etnias, capaz de elegir a un afroamericano como presidente. Un efecto que este hecho pudiera tener sobre la población de Puerto Rico es la percepción de que la estadidad es una opción que tendría aceptación entre el pueblo norteamericano. Con esta contundente victoria de Obama se habría también destruido uno de los argumentos de sectores independentistas del patio de que la nación norteamericana, por ser racista y discriminatoria, jamás aceptaría a un país de mulatos y de habla hispana como estado de la unión. El triunfo de Obama implica también un rechazo a las políticas de Bush de capitalismo crudo, a la trágala, así como a las inequidades económicas a las que esas políticas han dado lugar, haciendo a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Con la victoria de Obama habrá triunfado la agenda demócrata de redistribución de riquezas tipo New Deal, con un seguro universal de salud como su base. Las políticas de esa agenda habrán de ser las que prevalezcan para los EE.UU. y las que habrán de implantarse en Puerto Rico. Fortuño, a pesar de ser republicano, con una ideología diferente a la que prevalecerá en los EE.UU., deberá ser lo suficientemente pragmático e inteligente como para moderar su ideología y aceptar esas políticas para Puerto Rico por los beneficios que éstas traerían a la isla. El gobernador electo Fortuño tiene ante sí el formidable reto de frenar la caída de nuestro desarrollo socioeconómico, sacarlo del fondo que parece habíamos tocado y moverlo hacia delante. Tarea muy difícil para la cual necesitará el apoyo y la ayuda de todos los puertorriqueños que, independientemente de ideologías, desean vivir en un país pujante con un claro norte, con un liderato vigoroso y fuerte que lo coloque y mantenga en la ruta hacia el progreso. En una columna con fecha del 2 de mayo de este mismo año predije que Aníbal sería el sepulturero del PPD. Con este copo de Fortuño y el PNP, el PPD ha quedado hecho pedazos en medio de una crisis existencial tal como nunca había experimentado, producto de un liderato lleno de agendas e intereses personales.
miércoles, 19 de noviembre de 2008
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