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jueves, 30 de octubre de 2008

La nueva danza de las valquirias americanas

Image and video hosting by TinyPic Maurice A. Ferré Este 4 de noviembre nuevamente emergerán de la eternidad las deidades nórdicas que Odín escogió para precisar a los guerreros americanos que lo acompañaran en la batalla del fin del mundo. Son las valquirias las que toman parte activa en los conflictos humanos y en la selección de los preferidos, según la mitología nórdica. Soy firme creyente de la evolución en el Universo, con un comienzo y un fin, como lo explicaba Pierre Teilhard de Chardin, el paleontólogo/teólogo jesuita. El místico francés en sus libros, especialmente, El Futuro Humano, explicaba que no había contradicción entre la ciencia y la religión, que la evolución humana es parte del propósito divino del Creador. Estados Unidos, como la democracia más completa de la historia humana, también es evolutivo. Por más de 230 años nuestra democracia ha permutado, como dice el senador Barack Obama, hacia una unión más perfecta. Para los puertorriqueños fue importante la presencia en nuestra historia del Dr. Carl J. Friedrich. Como Karl Popper, Leo Strauss y tantos otros filósofos y sociólogos alemanes, el profesor Friedrich fue víctima de los nazis y se convirtió en visionario para el futuro de la Humanidad. Fue el presidente Harry S. Truman quien sacó a Friedrich de Harvard para enviarlo a su Alemania nativa para asistir al canciller Konrad Adenauer y a sus colegas a elaborar la constitución de la nueva Alemania federada. Luego, Don Luis Muñoz Marín le pidió a Friedrich que ayudara a los puertorriqueños con su nueva constitución que fue aprobada en el 1952. Friedrich siempre hablaba de la tensión entre la libertad y la justicia social. En el Estados Unidos de las últimas décadas la evolución democrática, que tan claramente testimonió el francés Alexis de Tocqueville en su libro del 1831, La democracia en América, ha sido acertada en ambos lados de la ecuación de Friedrich, un paso adelante en libertad y luego un paso adelante en justicia social. Así, poco a poco se han ganado las batallas de igualdad de nuestra sociedad. No todas han avanzado igual y no todas las batallas se han ganado. Pero, ¿quién puede negar los avances de los afroamericanos y las otras minorías raciales y étnicas, en pro de los niños y los mayores de nuestra sociedad en las últimas décadas?En el proceso de asimilación, curiosamente los asimilados también han contribuido a ambos, al Sueño Americano como al Credo Americano. Es decir que la Cultura, con ‘C’ mayúscula, es un proceso y es un proceso también evolutivo. La Cultura de EE.UU. del 2008 no es la misma del 1908 y mucho menos la del 1808. Como también ha cambiado Puerto Rico, Cuba y el resto de América Latina. La victoria presidencial de Obama significará el comienzo de la última gran batalla de la igualdad norteamericana. La de la Cultura. La batalla de los puertorriqueños de la Isla es distinta a la de los puertorriqueños de la Florida. Todos tenemos libertad. Lo que no tenemos todos es igualdad. La batalla de la igualdad para los de la Florida es tema de derechos civiles durante el proceso de asimilación. En cuatro generaciones los puertorriqueños de Florida serán estadounidenses de ascendencia puertorriqueña; como los cubanos de Miami que a plena vista están morfando generacionalmente de cubanos a cubanos americanos, a americanos de ascendencia cubana, a Hispanic Americans y algún día a simplemente americanos. Los puertorriqueños de la Isla siempre serán puertorriqueños, no importe el status político de Puerto Rico. Esto es porque Puerto Rico es innegablemente una nación, en el sentido más básico y amplio de la nacionalidad, o quizás más comprensivo y completo, un pueblo, “peoplehood” en inglés –el pueblo puertorriqueño. El problema ya no es la voluntad de los gobernados. En todas las encuestas de los votantes de Puerto Rico, ya más del 60% quiere la estadidad. Y si la decisión es fríamente selectiva o para dentro o para fuera (estadidad o independencia) la mayoría estadoísta pasará del 75%, claramente una súper mayoría. No, el problema será Washington. ¿Aceptará el Congreso de EE.UU. un estado hispano, de otra raza, de otra historia, de otra etnia y de otro idioma? Difícilmente, pero aquí viene la importancia de la presidencia de Barack Obama. No es que un futuro presidente Obama esté a favor de la estadidad puertorriqueña, pues claramente es neutral. Pero así como lo del reverendo Jeremiah Wright y su teología de liberación negra, y Bill Ayers, y su liberación radical, es parte del pasado de Obama, así también va ser parte del pasado la política de la liberación boricua del congresista Luis Gutiérrez. Es más, el día en que Gutiérrez vea que el pueblo de Puerto Rico pida la estadidad formalmente, él, como también el antiestadoísta senador Bob Menéndez (D. N.J.), el cubanoamericano de más jerarquía en la futura presidencia de Obama, se convertirán en los más feroces defensores del primer estado hispano de la unión norteamericana. Algunos políticos también evolucionan. Sí, las valquirias han de escoger este 4 de noviembre a los nuevos guerreros de la igualdad, no solamente de la igualdad individual de todos los puertorriqueños (leese hispanos) de EE.UU., un derecho civil garantizado por nuestra Constitución, sino también escoger el derecho colectivo de los estadounidenses residentes en Puerto Rico, del pueblo puertorriqueño. La estadidad federada para los puertorriqueños es un derecho colectivo para el pueblo puertorriqueño, garantizado históricamente por nuestra CIUDADANIA estadounidense. Sólo falta que el pueblo puertorriqueño lo ratifique y que el Congreso lo acepte, con todas las realidades del momento álgido en la evolución política estadounidense. La victoria de Barack Obama pasará a los avances logrados por el Dr. Martin Luther King Jr. Estos últimos liberaron verdaderamente a una raza en EE.UU. y por consecuencia a todos los estadounidenses. Lo de Obama será la liberación de una etnia, los hispanos. Cuando Puerto Rico sea el Estado 51 de EE. UU., se habrá ganado la última batalla de Odín en EE.UU., la última batalla por derechos civiles de algunos ciudadanos en espera por 108 años. Luego, llegará la consolidación de la democracia estadounidense en donde el Sueño Americano se consolide con el Credo Americano. Amén.

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