José R. Bas ARGENPRESS.info He sostenido en muchas ocasiones que el Estado Libre Asociado (ELA) no fue producto de una propuesta que naciera en Puerto Rico. También he dicho que EEUU no tuvo nunca la intención de darle la estadidad a Puerto Rico. Así mismo, he argumentado que fueron los intereses militares de EEUU los que influyeron sobre el Congreso para determinar el status político de la Isla que vivimos a partir de la década de 1950. El libro de Ronald Fernández, The Disenchanted Island, nos ayuda a documentar esas posturas con sus citas directas de las transcripciones de las discusiones del Congreso de EEUU. Los siguientes datos y citas se encuentran en el capítulo 6, titulado 'Prisoners of War'[i]. Según la lectura, en el 1943 el Senador Tydings presidía unas vistas con relación a un proyecto suyo encaminado resolver el problema del status de Puerto Rico. Hasta entonces, nadie ponía en dudas que Puerto Rico fuese una colonia de Estados Unidos. Esto ocurría mientras EEUU se enfrascaba en la Segunda Guerra mundial y había construido la base naval Roosevelt Roads en Ceiba. En estas circunstancias, se podrán imaginar la gran importancia estratégica que EEUU le adjudicaba a la Isla y cuál sería su interés en retenerla. Dice Fernández con respecto a la situación colonial de Puerto Rico: 'It was a terrible situation that Congress would never resolve by a grant of statehood. In fact, for all the talk of respecting the will of the people, Tydings made this statement to Rafael Carrión, an advocate of statehood: 'But the American Congress isn't going to give you statehood. There is no use butting about it; they are not going to give it to you'[ii]. Luego le pregunta a Carrión: 'Do you see any immediate prospect for granting statehood to Puerto Rico?'[iii] Carrión contestó: 'The answer would be no. No, definitely'[iv]. Sin disimulo alguno, se le cerraron las puertas a la estadidad como opción de solución al problema. Si la actitud del Congreso de EEUU con respecto a la Isla en momentos en que más la necesitaba era contraria a otorgar la estadidad, ¿por qué habría de inclinarse a ofrecerla ahora? Ya no existe interés militar alguno, ni situación en la que Puerto Rico juegue un papel importante para EEUU. La economía de la Isla está en precario y sin esperanzas de recuperarse bajo el esquema actual para ponerse en posición de aportar a la economía del país del que pretende formar parte. Y la economía del propio EEUU atraviesa dificultades muy serias. No parece evidente que existan las condiciones que favorezcan la estadidad. Algunos estadistas responderán que hay 4 millones de 'ciudadanos americanos' en la Isla y que si surge la petición de estadidad, EEUU no podría negársela. Pienso que esa idea es solo una ilusión. En 1989, recién derribada la muralla de Berlín y durante los procesos de discusión de status en el Congreso, los propios Senadores estadounidenses expresaron la posibilidad de que se pueda revocar la ciudadanía americana a los puertorriqueños debido a que la misma surge de un estatuto del Congreso y no de la Constitución norteamericana. ¿Dónde queda pues, la intención o el deseo de EEUU de salvaguardar los derechos de los ciudadanos americanos residentes en Puerto Rico? En realidad, no existen. Queda claro que el Congreso tomará decisiones considerando solamente los intereses y conveniencias de EEUU, no las de Puerto Rico, ni de los puertorriqueños. Bien pueden negarle la estadidad a Puerto Rico. En 1943, Tydings visualizaba la independencia para la Isla como la mejor solución práctica, según Fernández. Esa visión se nubló cuando el Sub-Secretario de Guerra de EEUU, John J. McCloy, depuso en las vistas. El Senador le preguntó si el aparato militar quería mantener el 'status quo' (colonial) en la Isla hasta el final de la guerra. McCloy contestó: 'That is right. I would like to make this suggestion also, that you do not limit it to precisely the date of the armistice, the cessation of hostilities. We ought to have a 'look-see' in regard to what the Caribbean area is at the end of the war….'[v] McCloy declaraba la preocupación de las Fuerzas Armadas norteamericanas sobre la geopolítica del Caribe luego de terminada la Segunda Guerra Mundial. Puerto Rico seguiría siendo importante para que EEUU pudiera garantizarse a sí misma la protección militar de la zona, de sus costas en el Golfo de México y del Canal de Panamá. Otro Senador, Robert Taft, hizo el siguiente comentario, luego de escuchar el testimonio del militar: '…I can understand a certain amount of autonomy, but I cannot understand how you can reconcile complete independence of the Island with the effective and necessary use of Puerto Rico for a military control of the Caribbean…'[vi] Luego, Tydings le preguntó a McCloy '…in the end you would rather have no independence at all. That is a logical conclusion is it not?'[vii] Y el oficial militar respondió: 'yes; from a purely military point of view'[viii]. Posteriormente, en 1945, la Marina de Guerra de EEUU a través del Departamento de Guerra expuso en un memorando los criterios que debían cumplirse si se modificaba de alguna manera la relación entre Puerto Rico y Estados Unidos. El Estado Libre Asociado que se estableció en 1952 se ajustó cabalmente a los mismos. Las fuerzas Armadas estadounidenses se oponían a cualquier cambio que le concediese la soberanía a Puerto Rico. A la vez, demandaban privilegios de preferencia, perpetuos e irrestrictos sobre los servicios de electricidad y agua y sobre las instalaciones de transportación marítima, aérea y terrestre. Además, insistieron en la permanencia del Tribunal Federal en Puerto Rico.[ix] En 1943, el Congreso norteamericano echó la suerte del futuro de Puerto Rico. Los militares norteamericanos ganaron. En la época en que el independentismo era mayoritario y había una efervescencia por la independencia de Puerto Rico, el invasor decidió que sus intereses militares estaban por encima de la voluntad del pueblo de Puerto Rico y desviaron el proceso que pudo haber resuelto el problema del status, hacia una solución colonial, pero con apariencia de no serlo, hacia el Estado Libre Asociado. De ahí en adelante lo demás es historia conocida. En el 1946 el Presidente de EEUU nombró al primer puertorriqueño como gobernador. En el 1947 el Congreso aprobó la Ley de Gobernador Electivo y en el 1948 el pueblo escogió al primer gobernador de la colonia. En ese mismo año la Legislatura de Puerto Rico aprobó la Ley de la Mordaza para perseguir y encarcelar a los Nacionalistas y a los independentistas del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) elevando a la categoría de 'crimen' ser independentista en Puerto Rico. En el 1950 el Congreso aprobó la Ley 600 que autorizó a los puertorriqueños a redactar una constitución con autoridad limitada exclusivamente sobre asuntos locales y en el 1952, se instala la llamada constitución del ELA. Estados Unidos abrió sus arcas y comenzó a derramar dinero en la Isla para suprimir la presión social que existía debido a las condiciones de extrema pobreza y para comprar consciencias. Ya en 1942 un oficial del Departamento del Interior norteamericano había declarado ante el Congreso que: 'Something urgent had to be done if the island was to be saved – and 2,000,000 on the island which is an eastern defense bastion for the Panama Canal cannot be permitted to starve, riot and revolt'[x]. A nadie le debe caber duda alguna de que el imperio actuó primordialmente para satisfacer sus propios intereses. Los puertorriqueños fuimos objeto de las decisiones que se tomaron en otro lugar. La represión del independentismo por un lado y la atención a las necesidades económicas de la isla fueron los instrumentos usados para mantener la colonia tranquila. Las ayudas económicas fueron el precio que pagaron para conseguir su objetivo. El Partido Popular de Muñoz Marín fue un mero actor que se prestó para recitar mansamente el libreto escrito tras bastidores por quienes realmente tenían el poder: el Congreso de EEUU. De esa manera se dio la apariencia de que 'la obra' gozaba de la aprobación del pueblo y por tanto, se podría argumentar que era legítima. Fue una gran farsa a la que se prestó un sector importante del liderato político puertorriqueño (Muñoz y su Partido Popular) que agravó el estado de división del pueblo y sembró por primera vez dudas sobre si aquello del ELA había realmente descolonizado a Puerto Rico. Los independentistas siempre hemos sostenido que no. Luego de leer el relato histórico de Ronald Fernández, me convenzo aún más de las certeras palabras de un gran líder de la independencia[xi] quien asegura 'que el milagro es que aún queden independentistas en Puerto Rico'. Los imperios actúan así. Las colonias están a merced de los colonizadores. En las colonias, pocas cosas ocurren por la voluntad de los colonizados. La implantación del ELA colonial es el mejor ejemplo de esa verdad. La semilla de esa confusión se sembró en el Congreso de la metrópolis en el 1943. Sin embargo, hay esperanza. El independentismo existe y está organizado. Aquello que propició el sostenimiento del coloniaje por parte de la metrópolis, ya no existe. El Canal de Panamá que estaba bajo el control de EEUU y que justificó la toma militar de Puerto Rico, ahora es de los panameños. La guerra fría pasó y la llamada amenaza del bloque comunista al capitalismo, cesó. Los puertorriqueños unidos demandamos la salida de la Marina de Guerra de EEUU de Vieques y se fue, no solo de allí sino que abandonó la base naval en Ceiba, la más grande e importante fuera del territorio continental estadounidense, según la describieron ellos mismos. Se abre una puerta en la historia puertorriqueña a través de la cual los puertorriqueños podemos pasar y aclarar las cosas definitivamente. Es responsabilidad de los independentistas estar atentos a los tiempos y aportar con su lucha decida y firme a despejar aquella confusión colonial que nos sembraron desde la metrópolis en 1943 ejerciendo nuestro derecho a decidir que seamos libres.
lunes, 12 de mayo de 2008
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