El Vocero Pedro R. Pierluisi El debate del estatus de Puerto Rico ocupa nuestra discusión pública a diario. La falta de un estatus permanente nos mantiene enfrascados en este conflicto que nos divide y nos apasiona. Es hora de resolver este centenario dilema y escoger el camino lógico para nuestros ciudadanos americanos, la Estadidad. Es incuestionable que la inmensa mayoría de nuestro pueblo atesora su ciudadanía americana y quiere la unión permanente con los Estados Unidos. Aunque aún no hemos tomado los pasos necesarios para que Puerto Rico se convierta en el estado 51, no hay duda de que vamos en esa dirección. La Estadidad es la única opción de estatus que ha visto aumentar su apoyo en los plebiscitos que hemos celebrado en la isla. Esta lucha es un asunto de derechos civiles, de participación política en un gobierno democrático y de desarrollo socio-económico. La Estadidad provee un estatus de dignidad ante la nación a la que pertenecemos. La participación plena en el gobierno es el eje de la democracia. Con el voto y la representatividad que nos merecemos es que nuestra voz se tomará en cuenta de forma completa. Puerto Rico está sujeto a todas las leyes y reglamentos del gobierno federal, pero sólo con la Estadidad podemos ser parte de las decisiones que se toman a nivel nacional. Para garantizar que las prioridades de nuestro pueblo sean parte de las prioridades de la nación americana hay que tener nuestros seis representantes y dos senadores en el Congreso y poder votar por el Presidente de los Estados Unidos. La Estadidad garantiza la igualdad entre todos los ciudadanos americanos. Nos asegura todos los derechos que emanan de esa ciudadanía, incluyendo un trato igual y justo en todo programa federal de desarrollo socio-económico. Aún con la participación de Puerto Rico en la Reforma de Salud federal, es sólo con la Estadidad que automáticamente lograremos la paridad en fondos para la salud de nuestro pueblo. De igual forma, en el estado de Puerto Rico las personas de edad avanzada, ciegas e incapacitadas podrán recibir ayuda para cubrir sus gastos esenciales de vida bajo el programa de Seguro Social Suplementario (SSI) y nuestros veteranos obtendrán beneficios en igualdad de condiciones. Otros programas federales como los de vivienda pública, servicios a personas con impedimentos, cuido de envejecientes, asistencia nutricional y ayuda a familias de escasos recursos verán un aumento significativo si nos convertimos en estado. La Estadidad asegura nuestro progreso y desarrollo económico. El estancamiento del estatus actual no permite el crecimiento al que todos aspiramos. Como estado, nos insertaremos totalmente dentro de la economía estadounidense y nos convertiremos en un destino más atractivo para la inversión y el turismo. La historia no miente. Todos los territorios que pasaron a ser estados experimentaron un gran crecimiento económico. Al igual que en esos estados, las propiedades y los negocios en Puerto Rico aumentarán de valor, desde el colmadito y la barbería de la esquina hasta las grandes industrias y empresas. Ahora bien, siempre aparecen los portavoces del inmovilismo y los profetas del desastre. Hablan de contribuciones, del inglés, de la cultura, de nuestros atletas y de nuestras mujeres bellas. Propagan el miedo para evitar el cambio. Critican a nuestra gente con tal de impedir el progreso bajo la bandera americana. Pero la verdad aflora cuando la causa es justa. Todo lo que vale la pena, como la igualdad, requiere esfuerzo y sacrificio. Integrarnos al sistema contributivo federal es necesario para aportar a la unión americana, pero la mayoría de los puertorriqueños no tendrá que pagar contribuciones federales. Es más, muchos recibirán incentivos contributivos por su trabajo obteniendo un ingreso adicional. Sólo pagarán los ricos y las grandes corporaciones, y eso sucederá luego de un período de transición en el que sus activos aumentarán de valor y se reducirán sus contribuciones estatales. El dominio del inglés ha sido un balón político para los detractores de la Estadidad, impidiendo que nuestro pueblo goce del bilingüismo que ellos les brindan a sus hijos. Todos en Puerto Rico debemos aspirar a ser bilingües irrespectivo de nuestro estatus. Uno no es menos puertorriqueño porque puede hablar inglés. Nadie nos puede quitar nuestra lengua y nuestra cultura. Tan sólo hay que ir a Nueva York, Florida, Tejas o California para constatarlo. Nuestros atletas y nuestras beldades boricuas siempre se destacarán en las competencias internacionales. Al igual que ahora reconocemos a nuestros peloteros y baloncelistas en las ligas mayores, continuaremos exaltando los logros de todos los puertorriqueños. Es hora de levantarnos como pueblo, exigir nuestros derechos, aportar nuestro talento y reclamar nuestro merecido espacio en la bandera de las franjas y las estrellas. Se acabó el tiempo de conformarnos con sólo algunos de los beneficios de la ciudadanía americana. Con la Estadidad nos espera un futuro de dignidad, igualdad y progreso.
domingo, 30 de mayo de 2010
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