ESPECIAL PARA EL SENTINEL Juan Carlos Pérez-Duthie Ser estadista ha definido gran parte de la vida del doctor Hernán Padilla. No sólo porque siempre ha luchado por hacer de Puerto Rico el estado 51 de la Unión, sino porque su paso por la política puertorriqueña lo cimentó también como hombre de estado. Alcalde de San Juan de 1977 a 1984, Hernán Padilla incorporó a su gestión pública en la ciudad capital un pragmatismo necesario, un espíritu de colaboración y un énfasis en el desarrollo en múltiples facetas. Hoy, 25 de julio, cuando se celebra en Puerto Rico el Día de la Constitución (que tomó por modelo a la de Estados Unidos y que además dio vida al controversial y actual estatus político del Estado Libre Asociado), los elementos que destacaron la obra de Padilla como alcalde hacen más falta que nunca. En 1983, imposibilitado por la misma colectividad pro estadidad que ayudó a fundar en 1968, el Partido Nuevo Progresista (PNP), de postularse a la gobernación, Padilla tomó la arriesgada decisión de separarse y crear el Partido de Renovación Puertorriqueña (PRP). Por diversos factores, el PRP no pudo salir adelante. Tras la zozobra de su candidatura en 1984, Padilla entró en un nuevo capítulo de su vida, mudándose con su familia a Maryland al año siguiente, y reintegrándose al mundo de la medicina. En 2003, con el fin de estar más cerca de algunos de sus hijos y sus nietos —y de Puerto Rico—, se instaló en el sur de la Florida con su esposa Miriam. Luciendo menos de sus 71 años de edad, diplomático y caballeroso, vestido elegantemente de traje, el nefrólogo de la ciudad de Mayagüez, recibió a el Sentinel en la casa club de su vecindario en Miramar. P: Los hispanos en este país, por lo general, no han sido muy unidos. Pero con el caso de la jueza de origen puertorriqueño Sonia Sotomayor, se ha visto un interés común que parece ir más allá de los trasfondos étnicos. ¿Por qué? R: Porque es un momento histórico. Sonia no solamente ha roto la barrera de ser una mujer nominada para el tribunal más alto de la nación, sino la primera hispana. Se convierte en un símbolo. Y desde el punto de vista de Puerto Rico, es una expresión de orgullo para una isla pequeña que ha producido enormes talentos. P: ¿Le ve algún tipo de posibilidad a que el presidente Obama adelante algo del estatus de Puerto Rico? R: Tengo miedo de que va a ser "business as usual". [Pero] tengo la esperanza de que podamos adelantar. Confío que, si el Congreso no se mueve urgentemente, en Puerto Rico haya otra consulta que demuestre una mayoría más contundente a favor de la estadidad. P: ¿Es frustrante esta lentitud para usted? R: Sí. Para los puertorriqueños que queremos ver una solución final, que le permita a Puerto Rico no invertir tantas energías en el estatus, y darle más atención a los problemas internos locales, economía, desarrollo, es frustrante. Los que creemos en la estadidad consideramos que la solución bajo la estadidad, primero, le daría estabilidad a Puerto Rico; oportunidad para invertir tiempo y energía en otras necesidades; la visión a la nación de que Puerto Rico, como Hawai o Alaska, es otro estado; y habría mucha más atracción para el turismo, que es una de las industrias que a Puerto Rico le hace mucho beneficio. P: ¿Fracasaron los estadistas en desarrollar una campaña de relaciones públicas efectiva convincente? R: Puerto Rico se beneficiaría si los movimientos estadistas pueden lograr una estrategia no solamente de trabajo con el Congreso, sino también trabajar con la población que no cree en la estadidad para que entienda por qué somos estadistas. P: Muchos puertorriqueños que no creen en la estadidad viven en este país, y hasta manifiestan tendencias independentistas. ¿Cómo interpreta eso? R: Yo no interpreto que son grandes masas... Pero creo que la mayoría se va dando cuenta de que Puerto Rico requiere una relación positiva, amistosa con Estados Unidos. Sí, hay diferencias. Hay personas [aquí] que creen que Puerto Rico debe ser independiente, igual que hay un 3 por ciento en la isla que cree en la independencia. Considero que la inmensa mayoría de puertorriqueños que viven acá en el continente, que saben la ventaja de la libertad, de la ciudadanía, del concepto del sueño americano, del crecimiento en la nación, van a darle el apoyo a Puerto Rico como estado. P: ¿Ha aprendido el Partido Nuevo Progresista después de lo que sucedió con usted y el Partido Renovación, y luego otras situaciones con más candidatos? R: Tiene que haber aprendido. Pero las estructuras van a depender de que nuevas personas tengan la responsabilidad de conversar con otros de una manera abierta, transparente; que acepten opiniones, que aprendan a escuchar. P: ¿Cuán dañinas fueron las decisiones del gobernador y candidato en 1984 Carlos Romero Barceló que lo llevaron a usted a separarse del partido? R: Romero, gran político, buena persona, buen líder, trajo muy buenas ideas. Hizo buen gobierno, de manera que sería difícil hacer un análisis retroactivo. P: ¿Se arrepiente de haber fundado el PRP? ¿Atrasó esto la estadidad? R: Ocurrió, se afectó mucha gente, y a mí me causa quizás algún sentimiento de pena. Mucha gente que participó conmigo que tenía una esperanza, y no lo lograron, de ésos sí siento mucho. Si hubo un atraso a la estadidad, me causa alguna preocupación. Pero la historia corre ligerísima. Han transcurrido 25 años, el mundo sigue igual y hay nuevas generaciones. P: ¿Ha pensado escribir sus memorias? R: No, pero una de mis hijas me insiste.
sábado, 25 de julio de 2009
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