Arzobispo de San Juan Roberto González defiende el nacionalismo 20/julio/09 POR ROBERTO OCTAVIO GONZÁLEZ NIEVES, OFM ARZOBISPO METROPOLITANO DE SAN JUAN DE PUERTO RICO Agradezco, de todo corazón, la invitación que me ha extendido la Fundación Luis Muñoz Marín para dirigirme a ustedes en esta celebración del sesquicentenario del natalicio de Don Luis Muñoz Rivera. Para mí es un privilegio inmenso estar aquí en Barranquitas y saludar y abrazar a los descendientes del prócer y a los miembros de la junta de la Fundación, así como poder compartir con el pueblo noble de esta "Cuna de Próceres", como muy acertadamente se llama a este pueblo de Barranquitas. Saludo también a los puertorriqueños y a las puertorriqueñas que han venido de otros lugares del país para compartir esta celebración. Siento un agradecimiento especial por esta oportunidad de dirigirme a ustedes y a toda la nación puertorriqueña, dado que estamos viviendo momentos de grandes retos y esta ocasión me permite compartir con ustedes lo que quisiera se interprete como un mensaje de esperanza. 1. La celebración de los ciento cincuenta años del natalicio de Don Luis Muñoz Rivera tiene una doble importancia. En primer lugar, porque constituye un homenaje a una de las figuras más destacadas en la trayectoria continua del Puerto Rico que nos ha tocado vivir. En segundo lugar, porque constituye una búsqueda y celebración de nuestras raíces; es un adentramiento en la historia con el objetivo de entender la realidad y continuar viviendo con esperanza. Es muy poco lo que podemos avanzar en esta tarea si no nos planteamos, como lo hizo la generación literaria del treinta, durante el siglo pasado: quiénes somos, cómo somos, hacia dónde vamos y quiénes queremos ser. 2. Muñoz Rivera, junto a otros líderes de su momento, respondieron a la vocación patriótica que vibró en sus almas y enfrentaron los retos que impone la construcción de un Puerto Rico que sea protagonista de su historia. Hoy, nosotros y nosotras tenemos que enfrentar los nuestros con honestidad, firmeza, sabiduría, valentía, humildad y unidad. 3. El proyecto de quienes somos se hizo eco durante la vida de Luis Muñoz Rivera a finales del siglo XIX durante el pontificado del Papa Leon XIII quien con su carta encíclica Rerum novarum, la primera encíclica que comenzó a elaborar explícitamente el tema de la doctrina social de la Iglesia, enfrento la situación de los sindicatos y de las naciones en formación en el Nuevo Mundo. Por eso me ha parecido importante reflexionar con ustedes, en el día de hoy, el contenido de la tercera carta encíclica del Papa Benedicto XVI: Caritas in veritate, Caridad en la verdad porque esta nos ayuda a reflexionar sobre quienes somos y hacia donde queremos ir. 4. En esta encíclica, publicada hace unas semanas, el pasado 7 de julio de 2009, el Santo Padre examina la realidad económica mundial actual, la evalúa desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia y nos invita a que vivamos la caridad, a que actuemos con la caridad que tiene por base la Verdad. Benedicto XVI nos dice: "El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. De ahí que "defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad". (Núm. 1) 5. Caritas in Veritate se refiere justamente a la raíz de los problemas económicos a nivel internacional que estamos viviendo hoy, en su origen: un puñado de bancos, empresarios y ejecutivos que toman decisiones deshonestas, no basadas en la verdad, conscientemente, y en una escala masiva que al final ha hecho tambalear al sistema financiero mundial y ha golpeado fuertemente a todas las economías del mundo. La raíz es la falta de "hombres justos" que pongan la verdad y la honestidad por delante de la rentabilidad en la toma de decisiones. 6. En el mundo económico hace falta un cambio de paradigma: hoy se analizan las decisiones desde el punto de vista de la rentabilidad, y luego, de una forma tangencial, se repara en si son justas, honestas o éticas. Debemos ir a un sistema donde las decisiones no se llegan a considerar, analizar ni debatir en cuanto a su rentabilidad si en su raíz no son éticas, honestas o rectas. 7. Lamentablemente, en el mundo de hoy esto no funciona así. Todo vale si es rentable, y las decisiones faltas de ética no se llegan a tomar en muchos casos no por el hecho de no ser éticas o justas, sino por evitar el llamado "riesgo reputacional", por miedo a las consecuencias. Si el riesgo reputacional es muy bajo, muchas veces la decisión se toma aunque no sea justa. 8. Aunque la jerarquía de la Iglesia no está llamada a brindar las soluciones técnicas y políticas de las crisis actuales, la Iglesia asiste e ilumina en la vida del ser humano y las comunidades en estas áreas tan importantes de la vida. Además, la Iglesia sí está llamada en su totalidad, como pueblo de Dios, a anunciar la Buena Nueva de Cristo y a propiciar que este anuncio llegue a todos los confines y transforme el planeta. En consecuencia, el anuncio del Evangelio no es lo mismo que la política, ni la economía, ni la sociología, entre otras ciencias sociales. Sin embargo, para que el aporte de estas ciencias contribuya efectivamente en la búsqueda de soluciones justas, deben actuar dentro de un marco ético de respeto, a la persona y a los pueblos, que esté fundado en la justicia, en el amor y en la Verdad que propicia el bien común. De ahí que esta última encíclica del Papa Benedicto XVI sea indispensable para resolver adecuadamente los problemas que confrontamos en la actualidad. 9. Afortunadamente, varios economistas han acogido con mucho entusiasmo la tercera encíclica de Benedicto XVI y la han sabido valorar. Así, por ejemplo, Lord Brian Griffiths, Vicepresidente de Goldman Sach, la quinta entidad financiera más importante de los Estados Unidos, declaró para el diario “The Times” (edición del 15 de julio de 2009) que la Caritas in Veritate “es sin duda la respuesta a la crisis financiera más articulada, completa y reflexiva que ha aparecido hasta ahora.” 10. Enseña el Papa que "la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral" de la persona (Núm. 11). Este desarrollo contiene, por supuesto, aspectos económicos, pero que no se agota en el mero crecimiento económico sino que exige una concepción unitaria de la persona en todas sus dimensiones (Núm. 11). No puede haber desarrollo sin una concepción moral que ordene los actos hacia lo que es el fin último de la persona humana, es decir, Dios. Cristo lo afirma con total contundencia: "Sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15, 5). 11. Tampoco puede haber desarrollo autentico en el mundo globalizado sin un proyecto de patria fundamentado en un proyecto de interdependencia entre los pueblos. De ahí que Benedicto XVI retome lo planteado por el Papa Pablo VI en la encíclica “El Progreso de los pueblos” (Populorum Progressio) donde se plantea una "visión articulada" del desarrollo de los pueblos. Esta visión articulada exige la "participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional". (Núm. 21, énfasis añadido) 12. Desde esta postura evangélica y moral es que quiero presentar, en el día de hoy, esta reflexión sobre la situación económica que hoy día existe en Puerto Rico y en el mundo. La realidad económica y social en Puerto Rico y en el mundo 13. Puerto Rico, a través de su historia, ha vivido tiempos mejores y tiempos peores. La primera economía, la del escenario precolombino, fue una economía de subsistencia. Transformado este esquema por el mercantilismo, nuestra primera gran crisis económica comenzó a finales del siglo XVI. 1España ya no podía imponerse como potencia única en el Caribe y comenzó el embate de los ataques ingleses, franceses y holandeses. Se intentó solventar la crisis con el llamado "situado mexicano", que fue un subsidio económico, recibido hasta 1814, con el cual se financió las grandes fortificaciones que hay en San Juan. Es decir, no se trató de un remedio que beneficiara directamente a los individuos, especialmente a los pobres. 14. A finales del siglo XVIII se dio la revolución y la creación de la República de los Estados Unidos de América que junto a las ideas que se habían desarrollado en Francia y que dieron lugar a la revolución de 1789 impulsaron las guerras de independencia en Latinoamérica. En Puerto Rico, a partir de los mil ochocientos (1800s) se buscan nuevas respuestas a las crisis económicas y políticas y comienza una nueva actitud de la metrópolis durante el reinado de Carlos III. Así se produce acontecimientos significativos como el envió a Cádiz de Ramón Power y Giralt y la llegada a Puerto Rico del Intendente Alejandro Ramírez. Así se verifica un mejoramiento económico aparente, dado que está fundado en el cobro de altos impuestos, en la imposición de aranceles, en préstamos obligatorios al estado y en los juegos de lotería. No obstante, así se logra financiar la infraestructura del país: la construcción de hospitales, escuelas y caminos, etc. 15. De este modo fue posible que, a finales del siglo XIX, experimentásemos un crecimiento económico que convirtió a Puerto Rico en el país con el quinto ingreso per cápita más alto en América, sólo superado por las repúblicas de Estados Unidos de América, Canadá, Argentina y Uruguay. El café de Puerto Rico era el preferido en Europa, especialmente en Alemania. En el momento del cambio de soberanía teníamos una moneda propia, el peso provincial, que tenía paridad con el dólar, pero que muy pronto fue sacado de circulación por las autoridades estadounidenses, las cuales impusieron un cambio con una devaluación de cuarenta centavos por peso provincial. Ello significó, pues, una pérdida automática del cuarenta por ciento de los ahorros. 16. A esta pérdida hay que sumar los efectos negativos del monopolio y del monocultivo de la caña, así como la pérdida de una participación directa en el mercado internacional. Todo esto truncó el crecimiento económico. Como resultado de esta devaluación, la clase media y la media alta se empobrecieron, aumentando el nivel de pobreza. Ante esta situación, la alternativa que proveyó el gobierno imperial fue inducir la emigración hacia Hawaii. Muñoz Rivera, en el periódico El Territorio, denunció este remedio tan descabellado. En nuestro tiempo, esto amerita que, desde Puerto Rico, surja un esfuerzo por reencontrar a los descendientes que sufrieron un exilio forzado por las circunstancias económicas, políticas y por las promesas incumplidas del progreso económico y de su eventual regreso a su país de origen. Ellos son un brazo de la patria que se ha desprendido y que debemos propiciar una sanación con estos hermanos y hermanas que sufrieron un trauma tan agudo. 17. Este escenario muy pronto se complicó con el inicio de la Primera Guerra Mundial que, aunque quedó en suspenso en 1918, tuvo su continuación en la llamada Segunda Guerra Mundial que termina en 1945. En medio de estas dos tragedias bélicas se produjo la gran depresión que desalentó el desplazamiento sistemático de puertorriqueños y de puertorriqueñas hacia los Estados Unidos y dio lugar a la repatriación de muchos de aquellos que se habían marchado. Finalizada la guerra, comenzó la transformación industrial y nuevamente comenzó el flujo migratorio. Así, el ¨bienestar¨ económico de quienes se quedaron en Puerto Rico obedeció, en gran medida, a quienes emigraron y vivieron una vida fuerte y sumamente dura, víctimas de tanta discriminación y prejuicios, en la emigración a distintas partes de los Estados Unidos, especialmente a Nueva York. Pero llenos de tantos sueños y logros ponen los cimientos para la actual generación puertorriqueña en los Estados Unidos como muestro de ello, la nominación de la jueza Sotomayor, fruto de la diáspora puertorriqueña. 18. En nuestro tiempo la crisis económica es seriamente alarmante. Como ocurrió en los años treinta del siglo pasado, se ha cerrado la válvula de escape de la emigración. Aunque continúa algún desplazamiento, las oportunidades en los Estados Unidos ya no son tantas. El aumento en las quiebras personales y corporativas ha crecido vertiginosa y trágicamente entre un veinticinco y un cuarenta por ciento anual. El desempleo real anda por el dieciocho por ciento, los despidos van en aumento y la administración pública está en una situación de emergencia que ha provocado que el Estado ya no sea una fuente de empleo seguro, como lo fue hasta hace muy poco tiempo. A este panorama se añade un cuadro de corrupción tanto en el ámbito público como en el privado, que la criminalidad aumenta con visos de no poder parar y los grandes problemas de enfermedad como la drogadicción, las disfunciones psicológicas, etc. Todo esto sin hablar de la industria de las drogas y los crímenes de cuello blanco, la economía subterránea, los crímenes ambientales, el fraude y la usura. 19. Todo este panorama local se agudiza por la recesión mundial y por el alto grado de elementos exógenos en las políticas económicas que se determinan en nuestro País. 20. Benedicto XVI, en la Caritas in veritate, enumera los desaciertos que conforman esta realidad mundial: a. La crisis actual lo que ha hecho es poner de manifiesto las desviaciones y los problemas dramáticos que han venido arrastrándose por mucho tiempo. El mundo, y muy especialmente los pobres, han sido víctimas de una actividad financiera mal utilizada y en parte especulativa. "En efecto, la economía —nos dice el Papa— tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona." (Núm. 45) No debemos dormir tranquilos mientras el afán de lucro o la sola especulación sea el único móvil de la actividad económica. El objetivo básico de la economía es la atención de las necesidades, y estas necesidades las tenemos todas las personas. De ahí que los términos economía y egoísmo se excluyen mutuamente. La verdadera economía es aquella en la cual las empresas tienen una conciencia de su responsabilidad social y están orientadas a resolver las necesidades de todos, es decir, orientada hacia el bien común. (Núm. 56) b. La emigración es hoy día uno de los fenómenos de mayor dimensión. Puerto Rico no ha sido el único lugar donde la emigración ha sido provocada y no gestionada adecuadamente. La emigración es una búsqueda de oportunidades; no debe ser sinónimo de trabajos sin descanso, ni de hacinamiento, ni de prejuicio. c. Uno de los fenómenos más acusados en nuestro tiempo es la explotación sin reglas de los recursos de la tierra. (Núm. 21) En no pocas ocasiones pensamos y actuamos como si Dios hubiera creado hombres y mujeres y sólo con nosotros se relacionara. Pero no es así. Dios está relacionado con todo lo creado. Así como nos creó a nosotros, creó el ambiente, las plantas, los animales. Todo lo que está vivo está relacionado con Dios. Urge, pues, que miremos de un modo nuevo el ambiente, el equilibrio ecológico y la utilización de los recursos de la tierra. "El modo en que el hombre trata el ambiente —nos dice Benedicto XVI— influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa. (Núm. 51) De ahí que haya que revisar los estilos de vida. d. La corrupción política y la económica es otro de los males que denuncia Benedicto XVI. (Núm. 22). La corrupción es un alejamiento grave de la moral y del bien común . Es una deformación del espíritu. Por eso donde hay corrupción no puede haber un verdadero adelanto ni económico ni político. La corrupción es un mal que invade todas las fibras de la persona individual y de las instituciones. Es un tema que no puede tomarse livianamente y, muchos menos, a resolverlo con el relativismo de quién es más o quién es menos corrupto. La corrupción y democracia son conceptos que no pueden armonizarse y, por lo tanto, el único futuro que puede asegurarnos la corrupción económica y la política es el debilitamiento de las instituciones democráticas. e. La violación de los derechos humanos es un fenómeno frecuente. (Núms. 22, 41 y 56). En algunos lugares de un modo más acusado que en otros, pero es uno de los grandes males que angustian tanto al individuo como a los grupos a los que éste pertenece. Estos derechos, para que constituyan una realidad, exigen un crecimiento económico adecuado. En la pobreza extrema no pueden existir. En otros lugares, como nuestro país, muchas veces confundimos el ejercicio de un derecho con un problema social y, en no pocas ocasiones, confundimos los conceptos y llamamos "tecnicismo" a lo que realmente es un derecho fundamental. Problematizar los derechos y concebirlos como tecnicismos es un modo de devaluarlos; constituye un verdadero atropello y destruye la noción de "Estado social y democrático de derecho" al que aspiran las naciones modernas. Entre estos derechos hay que resaltar el derecho a la vida y a la alimentación. Un gobierno que desprecia la vida con políticas de antinatalismo y que mira la pena de muerte como un remedio a la criminalidad, más que un gobierno es un desgobierno. Negar el valor de la vida es negar el valor de uno mismo y es negar que el ser humano haya sido creado para vivir y para vivir en plenitud. El respeto a los derechos humanos es, en este mundo temporal, el modo de vivir esa plenitud. Urge, pues, el mayor respeto posible a los derechos humanos. f. La globalización tiene el gran mérito de que todas las naciones interactúen y se auxilien en el crecimiento económico que pretenden. Benedicto XVI señala, no obstante, que la globalización también propugna la producción a bajo coste, el aumento del poder adquisitivo y el consumismo. Ciertamente, son muchos los casos de cierres de talleres de trabajo porque las corporaciones han descubierto otro lugar, otro país donde pueden pagar menos y sin tener que desembolsar las mismas prestaciones sociales. De este modo, las empresas piensan en su sólo crecimiento y sin exhibir el menor compromiso con los trabajadores que, por mucho tiempo, han contribuido al crecimiento de tales empresas. Estas actuaciones son contradictorias, dado que, a la vez que producen el desempleo, disminuyen el poder adquisitivo de los trabajadores, los empobrece y los deja en el desamparo. A su vez, el desempleo prolongado, y la dependencia en sus múltiples manifestaciones, minan la libertad y la creatividad de las personas y sus relaciones familiares. g. Benedicto XVI denuncia también un eclecticismo cultural asumido de manera acrítica, en el cual se concibe que las culturas son sustancialmente equivalentes e intercambiables. De esta manera subestiman el valor de la identidad nacional de los pueblos que son tesoros que el Creador nos ha regalado. (Núm. 26) h. Otro de nuestros mayores problemas es la carencia de un modelo educativo que promueva el desarrollo integral de la persona humana. "El saber humano es insuficiente y las conclusiones de las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre. Siempre hay que lanzarse más allá: lo exige la caridad en la verdad. Pero ir más allá nunca significa prescindir de las conclusiones de la razón, ni contradecir sus resultados. No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor." (núm. 30) De ahí que no tenga sentido una confianza que esté anclada en los supuestos "prodigios" de la tecnología y las finanzas. El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. De modo análogo, también el desarrollo de los pueblos se degrada cuando la humanidad piensa que puede recrearse utilizando los «prodigios» de la tecnología. Lo mismo ocurre con el desarrollo económico, que se manifiesta ficticio y dañino cuando se apoya en los «prodigios» de las finanzas para sostener un crecimiento antinatural y consumista. (Núm. 68) i. Tristemente, impera en nuestros días el concepto "sociedad del bienestar", el cual postula el desarrollo material sin importarle mucho que el ser humano no sólo es carne y hueso. Por eso se trata de una cosmovisión que concluye en la opresión del alma y da lugar a nuevas formas de esclavitud como es el menosprecio del ser humano. Este menosprecio está centrado en dos momentos de mucha fragilidad: cuando está en el vientre materno y durante las ancianidad. “Una sociedad del bienestar, materialmente desarrollada, pero que oprime el alma, no está en sí misma bien orientada hacia un auténtico desarrollo" (Núm. 76) y hacia el bien común. j. Otro de los grandes problemas que enumera el Papa Benedicto XVI, y que ha contribuido a la crisis económica actual, es la fuga del capital de la patria hacia un lugar distinto de donde se generó. Sobre este particular nos dice lo siguiente: “No se puede negar que un cierto capital puede hacer el bien cuando se invierte en el extranjero en vez de en la propia patria. Pero deben quedar a salvo los vínculos de justicia, teniendo en cuenta también cómo se ha formado ese capital y los perjuicios que comporta para las personas el que no se emplee en los lugares donde se ha generado.” (Núm. 40) K. Al referirme a otro hallazgo señalado por Benedicto XVI, la redefinición del matrimonio y de las instituciones familiares, aprovecho para destacar que el desarrollo humano no puede ser departamentalizado o segmentado. La sabiduría del razonamiento de Benedicto XVI es que, aunque el tema principal de la Caritas in Veritate es la economía, todo el juicio queda perfectamente relacionado pues su punto de partida es la persona humana. Maurizio Sacconi, ministro del Trabajo de Italia, y otro de los economistas que con tanto entusiasmo han recibido la Caritas in veritate, escribió en el Corriere della Sera, en su edición del 9 de julio de 2009, que esta encíclica "vuelve a proponer a un mundo desorientado que parta de nuevo desde la persona, desde su integridad, sus exigencias y sus extraordinarias potencialidades, como son sus proyecciones relacionales, desde la comunidad familiar a la comunidad territorial. Establece, ante todo, un nexo necesario entre el reconocimiento del valor de la vida y el grado de vitalidad económica y social de cada sociedad. Contiene impulsos de tan extraordinarias repercusiones que nos permiten constatar una renovada hegemonía cultural de la Iglesia sobre las exhaustas ideologías que no ha sabido ni prever ni prevenir las gran crisis, como tampoco parecen ahora capaces de indicar la vía de salida”2 En consecuencia, no es extraño que la discusión de los temas económicos requiera que esté presente la vida familiar. Y no es extraño, pues, que haya que prestarle tanta atención al tema de las relaciones familiares. Así como la vida familiar puede afectarse por las incidencias económicas que no son atendidas adecuadamente, es decir, desde un punto de vista integral; tampoco puede funcionar adecuadamente una familia que menosprecia el matrimonio y prefiere acogerse al régimen de la llamada "pareja de hecho", la cual, en aquellos lugares donde ha sido regulada, su legalidad está reducida a los asuntos puramente económicos, sin tomar en cuenta que la familia es mucho más que las regulaciones de tipo material. 21. Toda esta descripción de los errores con los cuales ha querido impulsarse el desarrollo económico y social tiene, por resultado, un mercado deshumanizado, un mercado de la ganancia, no un mercado de la solidaridad. Por eso es tan importante, como afirma el Santo Padre, que las empresas conciban la ganancia "como un instrumento para alcanzar objetivos de humanización del mercado y de la sociedad”. (Núm. 46) La doctrina social de la Iglesia como fundamento para un desarrollo auténtico 22. No cabe duda de que el mundo globalizado está pasando por una severa crisis, que aquí en Puerto Rico se vive la misma angustia que en todas partes y que los países, individualmente y a través de organismos internacionales están realizando esfuerzos para atender y disipar la crisis. Sin embargo, hasta ahora se ha desplegado muy poca creatividad a favor del bien común y es evidente el superficialismo de las medidas tomadas por los estados. La gestión desplegada consiste, esencialmente, en la impresión y la erogación de millones y millones de dólares que han llegado principalmente a las grandes empresas, no a los individuos que están perdiendo sus hogares, que han sido excluidos del mercado del crédito y que han perdido sus empleos. 23. En consecuencia, necesitamos criterios orientadores que atiendan la crisis en profundidad, sistemáticamente y con creatividad, fundamentándonos en la justicia, el bien común y la ética. a. Debemos esforzarnos por desarrollar una respuesta a la concepción antropológica inmanente en la cual se concibe erróneamente que el ser humano es el único autor de sí mismo. De ahí que la persona humana necesite apostar por el desarrollo integral, por un crecimiento consciente y armónico de sus dimensiones materiales e inmateriales. b. La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. La cultura de la muerte y del materialismo carecen de la fuerza necesaria para mover una economía sana que pueda considerarse parte de un plan de desarrollo integral del ser humano. c. El mercado está sujeto a los principios de la justicia. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. d. La búsqueda de crecimiento económico tiene que estar subordinada al ser y no al tener, de tal modo que no permitamos que nuevamente se nos tome como laboratorio de experimentos antiéticos. No debemos olvidar los casos de esterilizaciones no consentidas y los experimentos con radioactividad que han tenido que sufrir muchos y muchas de nuestros compatriotas. La necesidad del compromiso, de las personas y de las instituciones, con una vida verdaderamente evangélica que rinda buenos frutos y los rinda en abundancia 24. La Iglesia, no tiene todas las soluciones aunque a veces apoye iniciativas legislativas para defender la dignidad y los legítimos derechos de las personas y de la sociedad. Tampoco le corresponde, como institución, ser el motor del Estado y de la economía sin embargo procura persuadir y no imponer su doctrina social. Esta tarea les corresponde a los cristianos y, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad y a todos los organismos nacionales y supranacionales. Existe una necesidad, como nos indica el Santo Padre, de la participación de los ciudadanos y de las ciudadanas en la política nacional y en la internacional. Los derechos presuponen deberes correspondientes, sin los cuales los derechos pueden convertirse en libre arbitrio. Es ineludible que cada cristiana y que cada cristiano asuma la responsabilidad de vivir el Evangelio y de adoptar y de vivir los principios que la Iglesia, con atención a la Palabra, ha desarrollado en su doctrina social y que todas las personas de buena voluntad que no sean creyentes se permitan interpelar por los principios de la doctrina social que la Iglesia proclama. 25. Todo esto implica que urge actuar con más intensidad y firmeza. Para los católicos y católicas de Puerto Rico y del mundo ha terminado el tiempo de la pasividad y del conformismo con el sólo cumplimiento de las obligaciones dominicales. Necesitamos un compromiso personal que salga del encerramiento y del miedo a la acción genuina que exige el Evangelio: "Ay de mí si no predicara el Evangelio." (1 Cor 9, 16) Esta expresión tan significativa del Apóstol Pablo debe encontrar acogida en todo corazón cristiano y debe encontrar un sentido más concreto en la vivencia del magisterio social de la Iglesia. Quienes no son católicos también están invitados a estudiar detenidamente los planteamientos de Benedicto XVI, examinar con apertura de mente y de espíritu la racionalidad de cuanto él propone y acoger tales planteamientos con un entusiasmo traducido en vivencias prácticas. 26. En cuanto al tema concreto de la situación económica, las exhortaciones importantes que el Papa Benedicto XVI presenta en la Caritas in veritate representan el camino para el desarrollo auténtico de los pueblos de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia. a. Debemos darnos a la tarea a "revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas". Es decir, debemos convertir la crisis "en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo" (Núm. 21). Como puertorriqueños y puertorriqueñas pensemos por nosotros y nosotras, no esperemos a que otros piensen por nosotros. Los cristianos debemos vivir el Evangelio con un espíritu de discernimiento de nuestra realidad inmediata, sin perder de vista la más lejana, que le imprima sentido a nuestra fe y a nuestra tradición religiosa. b. Como se ha dicho, todos los ciudadanos y todas las ciudadanas deben prestar una mayor atención y una mayor participación en los asuntos de la res publica. (Núm. 24) El ejercicio del derecho al sufragio es un mecanismo excelente de participación. No hay que dejarse vencer por las frustraciones que a veces causan los procesos democráticos. Lo importante es participar no solo en las elecciones sino que hay hacer más. No puede desaprovecharse ninguna oportunidad para comunicarse con los gobernantes y con los administradores. A este interés por el funcionamiento del Estado hay que añadir la participación activa en los proyectos de la comunidad, en los sindicatos, en las cooperativas, en cualquier lugar donde podamos alumbrar. c. La fuga de capital puertorriqueño hacia el exterior suma alrededor de unos doce mil millones de dólares. Cada dólar que se siga manteniendo en activos financieros en el exterior lucra al portador pero elimina el efecto multiplicador que pudiera aportar a nuestra economía. Este costo de oportunidad social se reduciría sustancialmente si existiera un mercado financiero nativo a la par con la filosofía de mercado que profesan nuestros políticos. Claro está, en el corazón de los dueños del capital debe reinar la caridad por encima de la maximización de ganancias para que sus carteras se rijan por un óptimo normativo y no por el egoísmo. d. Cada puertorriqueño y cada puertorriqueña debe realizar un esfuerzo por descubrir sus raíces culturales, por reconciliarse con ellas, por no caer ante el riesgo del eclecticismo cultural que implica el rebajamiento de lo propio y la homologación de los comportamientos y de los estilos de vida. (Núm. 26). Nuestra cultura no es, como a veces se ha pretendido, una "cultura zafacón" donde todo lo extraño tiene cabida. No somos seres flotantes que vagamos por el espacio de las comunicaciones. Nuestros pies deben estar en nuestro suelo, en nuestra tierra, y desde ahí poder, como decía San Pablo, examinarlo todo y quedarnos con lo bueno (1 Tes 5, 21). Ningún país puede sostener una economía sólida y dinámica sin un proyecto de patria, sin un proyecto individual y colectivo, de estar continuamente trabajando por mejorar la calidad de vida de su nación y de un sano orgullo de su particular identidad cultural. Se edifica la Patria amándola y sacrificándose por ella. En mi Carta Pastoral: “Patria, Nación e Identidad: Don Indivisible del Amor de Dios”, he querido afirmar la unidad indivisible de estos conceptos y que se trata no solamente de una realidad antropológica sino de una realidad espiritual. Es decir, si no logramos obtener un proyecto de patria que permita impulsar un proyecto de reconstrucción económica para Puerto Rico en el nuevo contexto de la globalización de fraternidad y solidaridad en un espíritu de igualdad entre las naciones, me pregunto, si Puerto Rico pudiera desaparecer como Patria, pueblo y nación, tal como han desaparecido otros pueblos y naciones que se dejaron llevar por la apatía o que optaron por asimilarse a otras naciones. Creo que los puertorriqueños y puertorriqueñas quieren proyectarse en el mundo moderno y no queremos terminar desapareciendo. e. En el nuevo contexto de la globalización y la interdependencia entre los países si bien es un hecho que una economía isleña será siempre una economía abierta, Puerto Rico puede impulsar una política de diversificación de exportaciones. La región caribeña y centroamericana parece estar lista para que empecemos un esfuerzo serio de exportación de servicios allí. Un ejemplo: hay cuatro mil contadores públicos autorizados en Puerto Rico; nadie en la región tiene tantos de este recurso fundamental para el ordenamiento de la información financiera que necesitan las empresas, los bancos y los gobiernos para el buen funcionamiento de los centros de producción y de empleos. La exportación de servicios contables crearía miles de empleos bien remunerados y a la vez ayudaría a la viabilidad de las empresas de los países vecinos. La fortaleza de ellos contribuye al fortalecimiento de nosotros lo que constituye una ganancia de todos. Pudiéramos hacer lo mismo en asuntos de salud, de educación, de conocimiento tecnológico, de asuntos ambientales. La gran inversión de nuestra juventud en estudios universitarios nos ha preparado para ese mercado caribeño-centroamericano. La corta distancia nos da una ventaja solida. En esta propuesta pudiéramos descubrir aun mas nuestra identidad y fraternidad con la humanidad. f. La célula básica de nuestra sociedad es la familia. Estamos llamados a nacer y a vivir en familia. No se trata, simplemente, de que la familia atienda necesidades biológicas, sociales y psicológicas. La familia es una consecuencia de que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza. El Dios de los cristianos es un Dios de relación: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando San Juan afirma que "Dios es amor" (1 Jn 4, 8) está pensando en la relación familiar que existe entre las personas Divinas. Por eso el mismo Papa Benedicto XVI, en su primera encíclica cita a San Agustín, quien nos dice: "Ves la Trinidad si ves el amor." Por estas razones es que resulta tan importante que cada puertorriqueño y cada puertorriqueña asuma, con especial interés y responsabilidad, el rol familiar que le corresponde. Y es importante que el amor, para que sea un verdadero amor, no esté cerrado a la vida. Por eso hay que proclamar, contundentemente, que el aborto no es un método anticonceptivo; es quitarle la vida a un ser humano. Defender la verdad sobre el matrimonio y la familia no implica rechazar a aquellos hermanos y hermanas que piensan distinto. Todo lo contrario, la Iglesia nos anima a respetarles y a amarlos como hermanos y hermanas, amigos y amigas, hijos e hijas. g. El ser humano no puede definirse ni realizarse sin reconocer que hay un espacio en su interior que solo el Misterio puede llenar o acariciar. Hay una ternura que el ser humano anhela y que solo Dios puede dar. Por eso, el ser humano no puede vivir sin amar ni sin ser amado; su Creador es el Amor. Debido al rechazo original del Amor, somos pecadores pero el aliento de ese Amor nos permite crecer en la caridad, la santidad, la plenitud de vida y conocer la Verdad. Los cristianos y las cristianas, los que creemos en Jesús de Nazaret, sabemos que Él sana nuestras heridas y nos reconcilia con el Amor de los amores. “Creerse autosuficiente y capaz de eliminar por sí mismo el mal de la historia ?nos dice Benedicto XVI? ha inducido al hombre a confundir la felicidad y la salvación con formas inmanentes de bienestar material y de actuación social. Además, la exigencia de la economía de ser autónoma, de no estar sujeta a «injerencias» de carácter moral, ha llevado al hombre a abusar de los instrumentos económicos incluso de manera destructiva. Con el pasar del tiempo, estas posturas han desembocado en sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la persona y de los organismos sociales y que, precisamente por eso, no han sido capaces de asegurar la justicia que prometían.” (Núm. 34) 27. Lo mismo que hemos pensado que Luis Muñoz Rivera se unió a otros pensadores del siglo XIX, nosotros debemos unirnos a este gran pensador del siglo XXI, Benedicto XVI. Exhortamos a todos nuestros políticos, todos nuestros empresarios, todos nuestros economistas, todos nuestros juristas, todos nuestros educadores y educadoras, artistas, obreros y especialmente todos los católicos y todas las católicas, a dejarse interpelar por la enseñanza de Benedicto XVI en Caridad en la Verdad. 28. A la vez que les doy las gracias por su fina atención y por su presencia, les invito a todos y a todas ustedes a que realicen una lectura urgente de este aporte importantísimo que el Papa Benedicto XVI ha querido regalar al mundo entero. 29. Finalmente, queridos compatriotas, el 17 de noviembre de 1969, el Papa Pablo VI designó a Nuestra Señora de la Divina Providencia como Patrona Principal de Toda la Nación Puertorriqueña. Al terminar este mensaje, le encomiendo a ella, a su amorosa intercesión la protección de nuestra identidad, de nuestras familias y nuestro crecimiento como discípulos y misioneros de su Hijo, Jesús de Nazaret, el Camino, la Verdad y la Vida y que ella, como decimos en el Ave María, ruego por nosotros en la hora de nuestra muerte. ============================================================================ Anillo, simbolo de la lucha por la soberania y libertad de Puerto Rico 7/abril/09 Ayer, 6 de abril del 2009, salieron declaraciones del Arzobispo de San Juan Roberto Gonzalez Nievez, sobre el anillo que le regalo al ex gobernador Anibal Acevedo Vila y el proposito de este... El Nuevo Dia
lunes, 20 de julio de 2009
La "iglesia" y la lucha en contra de la estadidad y el capitalismo
Publicadas por R@S a la/s 4:19 p. m.
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