MAURICE FERRE
Me sorprendió la columna del hábil periodista Daniel Morcate, ''El mago de Puerto Rico'' del 8 de enero. Morcate es muy conocedor de Puerto Rico y escribe sobre la isla con simpatía y cariño. Escribió Morcate referente al gobernador de Puerto Rico y la expectativa de sus copartidarios ''conservadores políticos'' de la isla como sobre optimistas, dependiendo demasiado de las promesas que hiciera Obama a Puerto Rico. Para que Obama y el gobernador Luis Fortuño cumplan esas promesas electorales les aguarda una tarea de Superman, asevera Morcate. Y concluye que los puertorriqueños buscan una supervivencia decorosa y no un ''gran destino''. No podría yo estar más en desacuerdo.
Puerto Rico es una dependencia económica de Washington, aún más que Cuba fue una dependencia de la Unión Soviética y ahora Venezuela. Puerto Rico recibe $25 billones de Washington anualmente, de los cuales $7 billones son subsidios. Puerto Rico no paga impuestos sobre ganancias al IRS federal, sin embargo participa en la redistribución del income tax returns (más de $1 billón en el 2008). Ahora el gobierno de Fortuño pide paridad en toda distribución federal, igual que los 50 estados, pero sin Puerto Rico pagar impuestos federales.
El gobernador Luis Fortuño, el comisionado residente Pedro Pierluisi y todo el equipo de gobierno de Puerto Rico han puesto la paridad federal como prioridad y la causa de la estadidad en segundo plano. Eso ni es supervivencia ni es decorosa.
Puerto Rico tiene una población algo por encima de 3.9 millones (hay 4.2 millones de puertorriqueños residiendo en los 50 estados). De esta población hay casi 2 millones en la isla que reciben algún subsidio federal. Hay 1.3 millones en la isla que trabajan, el 36% del total, una de las proporciones más bajas del mundo. De ellos, casi una tercera parte lo hace para el gobierno. Ni en China comunista esa proporción es tan alta.
El presupuesto actual de Puerto Rico arroja $3.2 billones de déficit. De los $64 billones que debe el gobierno, más de $18 billones fue por coger fiao en el pasado para cubrir los déficits presupuestarios de los últimos diez años.
Es comprensible la posición de Fortuño y Morcate. Ante tanta necesidad es necesario buscar soluciones financieras viables. Pero la solución no está en el continuismo. Sólo hay dos salidas para Puerto Rico: la independencia, bien sea como república o como estado soberano asociado a EEUU, o como el estado 51.
Por los últimos 30 años Puerto Rico ha estado dividido, 46% por el Estado Libre Asociado y 46% a favor de la estadidad. Ahora las encuestas ponen la estadidad por encima del 60% y creciendo. En noviembre del 2008 los estadistas (PNP) barrieron. Desde 1964 no se había visto una victoria tan contundente. Con más de un millón de votos PNP, los estadistas barrieron la gobernación y las dos cámaras legislativas con mayorías absolutas y 58 de los 87 municipios de la isla.
El padre del Estado Libre Asociado, don Luis Muñoz Marín, a principio de su carrera política era independentista y socialista. Terminó como un hombre de centroderecha y a favor de la unión permanente de Puerto Rico con EEUU. Varió sus creencias por el bien pragmático de Puerto Rico. La ironía de ese cambio de dirección política fue que Muñoz creó unas circunstancias insostenibles, las que hoy sufre Puerto Rico.
Una de mis referencias literarias preferidas es la deOrtega y Gasset sobre el hombre y su circunstancia. A Fortuño las circunstancias lo llevan por un camino pragmático similar al de Muñoz. La necesidad lleva al gobierno de Puerto Rico a buscar una solución financiera para salir del atolladero, con fondos federales de Washington. Esto atrasa el movimiento hacia la estadidad federada porque distrae, debilita la resolución y le da excusas a Washington para no confrontar el hueso más duro de roer, el estatus político de Puerto Rico.
Es cierto, Puerto Rico tiene el más alto ingreso per cápita de América Latina, pero esa cifra es la mitad de lo que gana un estadounidense de Mississippi, el estado más pobre de EEUU. Evidentemente los puertorriqueños han decidido votar con los pies (mudándose a Florida y Nueva York) o, los que se quedan en Puerto Rico, votando a favor de la estadidad federada. Es decir, prefieren la condición de Mississippi, que emular a la de República Dominicana, Cuba, Venezuela o las otras repúblicas de América Latina.
Por último, queda lo del mago. Precisamente fue Ortega y Gasset el que también escribió sobre las creencias de los pueblos, a diferencia de las ideas. Las ideas se debaten, se imponen, evolucionan, cambian. Las ideas son; en las creencias se está, dijo Ortega y Gasset. El sistema norteamericano se formuló mayormente a través de las ideas, aunque influyeron creencias. Son las ideas que han evolucionado y hoy forman parte integral de cómo funciona EEUU. Entre esas ideas importantes, en el sistema anglosajón, está la dependencia de las instituciones.
Nosotros, los americanos de habla hispana, dependemos más de nuestras creencias. Aquí entra la cultura: la música, la poesía, nuestra comida y forma bondadosa de gozar la vida. Son fuertes nuestras creencias. Entre otras características nuestras está creer en los superhombres y no en las instituciones. Algunos buenos y otros malos, pero son hombres y no instituciones en donde nos refugiamos y con quienes buscamos soluciones. Muñoz Marín fue el mago de Puerto Rico en su tiempo. Un hombre de gran talento, dedicación y esmero, honradez y visión; un poeta cuya metáfora hipnotizó a Puerto Rico por 40 años. Pero, como hoy vemos, ese sueño no se realizó.
Lo que esperamos de los gobiernos de Obama y Fortuño no es la magia, sino la evolución de la voluntad de los gobernados. El pueblo de Puerto Rico lo que quiere es la soberanía que nos dará la estrella número 51 de la bandera estadounidense. Esa sí será supervivencia decorosa.