Luis Dávila Colón En la columna del miércoles le exigimos al Partido Popular que explique cómo habrá de sostener al ELA soberano y sus ciudadanos, una vez adquirida la responsabilidad de autosustento y autosuficiencia que necesariamente acarrea la nacionalidad separada soberana. Obviamente, el PPD pretende que nos creamos el cuento de que pueden sacar a patás de aquí a los federales, pero exigir que sus contribuyentes "extranjeros" continúen pagando las cuentas de la republiqueta popular al son actual de $20 billones anuales. La soberanía nacional tiene un costo y es obligación de aquellos que la propulsan defender su costo-beneficio. Hablemos ahora de esas tonterías que se dan por sentadas en los países latinoamericanos soberanos donde los gobiernos, a duras y a penas, se encargan de todo. Una vez saquemos a los Federales, ¿quién se encargará del correo? Porque si en las agencias del ELA a una carta le toma llegar de un escritorio a otro casi una semana —cuando no se pierde— ¿qué será el día que los populetes tengan que tramitar los sobres? ¿Qué pasará con el programa de Servicios Legales que cuenta con $18 millones federales para la defensa legal de los pobres? ¿Se encargará Boberto de defenderlos? ¿Y los $100 millones que se gastan en Aduanas y en protección de fronteras? ¿Con qué dinero se controlará el tráfico aéreo? ¿De dónde saldrán los fondos para pagar por Meteorología? ¿Y cuando pase el huracán, quién indemnizará los billones que reparte FEMA? Si el gobierno no puede mantener operando ni lanchas ni guaguas, ¿quién cuidará que los narcos no se acerquen a nuestras costas en flotas transatlánticas y caribeñas una vez se vaya la Guardia Costanera? ¿Nos protegerán los Vigilantes de Recursos Naturales montados en lanchas de Cataño o en yolas y pateras confiscadas en el canal de la Mona? Con el costo del barril de petróleo sobre $135, ¿navegarán esas "coñoneras" con mabí o con estiércol de la caña? De dónde tela, si la araña pelúa no teje. Probablemente, el impacto más grande de los gastos y operaciones que tendrá que subvencionar un Puerto Rico soberano será en los campos de la educación y de la salud. Una tercera parte de los fondos del Departamento de Educación, casi mil millones de dólares, provienen de fuentes federales. La mitad de los estudiantes de la universidad pública y 8 de cada 10 estudiantes de las universidades privadas estudian con Becas Pell, Federal Work Study, Perkin Grants, etc. La beca Pell nada más invierte sobre $600 millones anuales en Puerto Rico y el programa de Título I invierte sobre $300 millones en nuestras escuelas públicas, sin contar $250 millones en Head Start, $76 millones directos a la UPR y $125 millones más en comedores escolares. A nivel de salud, aun con los topes discriminatorios entre Medicare, asistencia médica y subvenciones para Salud, el gobierno federal se gasta en Puerto Rico, directa o indirectamente, cerca de $2 mil millones, tanto para retirados como para niños y adultos incapacitados. La palabra soberanía conlleva autosuficiencia. Casa sola, rancho aparte. Si en la actualidad el ELA tiene un déficit de más de $1,200 millones, Educación opera con un déficit multimillonario y ASES tiene una insuficiencia de $400 millones en la Tarjeta de Salud, ¿qué va a pasar el día que el gobierno nacional de la república popular tenga que asumir esa carga? El PPD debe decirle al país de dónde sacará el dinero y qué programas y propuestas tiene para sustituir esos fondos. Es más, la Pava tiene la responsabilidad histórica de explicarle a los más de 100,000 estudiantes universitarios, de qué forma podrán estudiar gratuitamente. Les debe explicar a las universidades y a los catedráticos de dónde saldrán sus salarios y los fondos para sostener sus facultades. En el campo de la vivienda, el Partido Popular enfrenta una encrucijada igual. Los federales invierten en Puerto Rico, mediante garantías hipotecarias, fondos de vivienda pública como Sección 8, residenciales, "Community Development Block Grants", fondos de rehabilitación y subsidios de compra de vivienda cerca de $1,400 millones anuales y aún así, todavía los economistas certifican que en el ELA hay una urgente necesidad de 200,000 hogares para las clases más necesitadas. Obtenida la soberanía nacional, ¿quién garantizará las hipotecas de las viviendas y quién pagará la renta subsidiada y los vales de renta de los pobres? ¿Y los fondos federales para municipios, quién los asume? De nuevo, de dónde tela si la Pava no teje. El propósito de esta crónica no es meter miedo ni criticar la búsqueda de la soberanía nacional. La independencia nacional es un fin legítimo y loable, como es la emancipación de los hombres y la llegada a la mayoría de edad. Sin embargo, como todas esas etapas de la vida, esa búsqueda de la libertad, la autodeterminación y la soberanía, necesariamente conlleva el deber y la responsabilidad de la autodependencia. La ley de la vida es simple. Ninguna persona adulta puede exigir que un extraño lo mantenga. Cada cual tiene que arrear con sus propios bueyes. Cultivar lo propio para cosechar lo suyo. Como tengo apuntado en mi novela Se acabó lo que se daba, cuando la heroína Secretaria de Estado del gobierno Popular le transfiere el poder a los regentes de una nueva nación soberana recordándoles de su obligación de sustentar y generar la riqueza para el disfrute de esa soberanía, el entrante Vicepresidente le responde: "Isabel, nuestro pueblo ha estado demasiado mal acostumbrado a la guachafita del mantengo y la nueva realidad política nos obliga a pensar fuera de la caja. Cuando se acaba lo que se daba, empieza lo que se lucha y se gana. La independencia es una batalla de todos los días. De manera que el puertorriqueño tiene que pasar de la mentalidad del mantengo a la actitud del sostengo. Todo lo que hagamos ahora será trabajado, o construido, o sembrado, o luchado, o merecido, o laborado, o producido." Yo no le pido a los populares que desistan de su rumbo separatista, ni les solicito que hagan de tripas corazones. Sólo les exigimos que hablen con la verdad y que le bajen a este pueblo con las consecuencias de la libertad y las obligaciones que trae. Sólo la verdad nos hará libres. Un pueblo informado, presto a subirse las mangas, a sudar la patria, a dar el frente y a sacrificarse por la libertad, será el mejor garante y el más obstinado defensor de esa soberanía bien ganada y merecida. Por el contrario, el engaño nos mantendrá esclavizados. Y lo menos que queremos es continuar en la republiqueta de engaños, fraudes y embustes de esta insufrible dictadura colonial...
sábado, 5 de julio de 2008
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