Luis Dávila Colón Analista político Raras veces un escritor puede tener un segundo turno al bate con un libro. Hace tres años publiqué mi primera novela, “Se acabó lo que se daba” con unos 8,500 ejemplares vendidos. La trama era sencilla y al revalidar el PPD con Acevedo Vilá parecía mucho más inverosímil en el 2005 cuando se publicó. En el último día del Estado Libre Asociado y en la víspera de la independencia, cuatro puertorriqueños entrelazan sus vidas en un tumultuoso e inolvidable día. La novela comienza con una estampida de boricuas en el aeropuerto de Isla Verde y un derrotado politólogo estadista esperando a que su prometida, la saliente Secretaria de Estado popular, entregue el gobierno para tomar un avión a los Estados. En el lío de la entrega y la transición de gobierno, el politólogo se despide de su ex mujer libreasociacionista que, contrario a él, decide permanecer en la nueva república y le da su adiós a su mejor amigo, el entrante vicepresidente de gobierno, un patriota independentista. En la interacción de estas cuatro voces, afloran las circunstancias ideológicas, económicas y sociológicas que llevaron al país y a nuestros cuatro protagonistas a la resolución del problema colonial. En medio del revolú, los personajes exhiben sentimientos encontrados, lealtades divididas, relaciones entrañables y reacciones agridulces de la tan esperada descolonización. La interacción de los cuatro amigos está entretejida a su vez con un delicioso y apasionado triángulo amoroso y los dolores y espinas de las amistades transideológicas. Lo que parecía inconcebible hace cuatro años, ha tomado un giro de posibilidades y probabilidades con los acontecimientos de los últimos 36 meses, la adopción del Partido Popular del concepto de la soberanía nacional, el deterioro económico y social del país, la quiebra del modelo del ELA y la incapacidad e impotencia de los dos partidos mayores en atender las necesidades del Pueblo. Poco a poco, las premisas de mi novela se han ido materializando en realidad, en potencia y en eventualidades muy viables; lo que le ha dado nueva vida y particular relevancia a la historia que imaginé. La realización de la ficción y de la imaginación camino a la lapidaria elección del 2008, me ha llevado a relanzar el libro de nuevo con enorme éxito de ventas. Los que leyeron “Se acabó lo que se daba” la primera vez, la quieren releer como un mapa de estos 8 años del PPD. Los que no lo han leído, se interesan por el poder de la palabra y de las bocas que les han recomendado su contenido y el sorprendente e inesperado desenlace. Los analistas políticos que tomamos en serio esta vocación y profesión, nos resistimos a pensar que somos oráculos, profetas o pitonisos. La ciencia de la politología descansa en describir certeramente el presente y buscar patrones, lecciones y conclusiones del pasado. Rara vez ese ejercicio de análisis nos lleva a predecir o anticipar tantas cosas. Y esa es precisamente la sorpresa de “Se acabó lo que se daba”, porque sin yo saberlo, la novela terminó anunciando una serie de tendencias y patrones que se han materializado. Por ejemplo, temprano en el libro se establece que una de las razones por las cuales colapsa el ELA es precisamente por el continuo decaimiento económico del país durante la primera década del nuevo milenio que culmina en “la depresión del 2009”. Los últimos 6 años de recesión económica y la crisis mundial causada por la espiral inflacionaria en los abastos de petróleo e inventarios de alimentos sugieren que vamos por esa picada. La segunda realidad concretizada es precisamente la politización de los procesos e instituciones de la justicia, la ejecución de una segunda mordaza y el creciente debate sobre la intervención de las instituciones federales en los asuntos de la Isla y el uso y el abuso de la justicia colonial para perseguir minorías. En el tercer capítulo del libro, en un intercambio que tienen la secretaria de estado y el saliente gobernador popular, los estadolibristas exploran la quiebra del ELA y cómo el mensaje nacionalista del desarrollo del ELA hacia la soberanía nacional terminó llevando a esa colectividad y al partido de Muñoz hacia el objetivo final de la independencia. El colapso de los cuatro pilares del ELA y la sustitución del dogma tradicional de la unión permanente por el soberanismo antiamericano, en la vida real culminó en los recientes discursos de Acevedo Vilá en el Choliseo y en la ONU. Temas de asombrosa actualidad. En “Se acabó lo que se daba”, antes de salir del país, el politólogo estadista escribe su última columna en la que le echa la culpa al Partido Nuevo Progresista y a la cobardía del movimiento estadista por el triunfo del separatismo. Las divisiones internas, los electoralismos y las ambiciones desmedidas por administrar la colonia, junto a los problemas de la corrupción y las desventuras de la legislatura penepé actual, provocaron el descrédito y la derrota del proyecto estadista. ¿Estuve tan lejos de la realidad? Otro anticipo del imaginario de esta novela que describe perfectamente la realidad del momento es la penetración y la infiltración del ideario independentista, nacionalista y separatista en las principales instituciones del ELA, incluyendo la prensa, los medios, el PPD, tribunales, sindicatos, la Iglesia católica, las asociaciones profesionales, el deporte, la cultura, la sociedad civil, las instituciones educativas, y muchos otros renglones que forman opinión pública crítica. Inserciones, que han cuadriplicado la influencia y el poder del separatismo aun cuando el PIP apenas recibe el 4% de los votos. “Se acabó lo que se daba” toca la fibra de otro tema neurálgico que los partidos que postulan la soberanía rehusan discutir: el costo económico de la separación y la consecuencia inevitable de la pérdida de fondos y programas federales que conlleva la autosuficiencia nacional. La novela indica que la no discusión, la mordaza y la evasiva de cómo habrán de sustituirse esos ingresos, es clave indispensable para el crecimiento de un ideario soberanista al que nunca se le ha exigido explicar o presentar una fórmula económica alterna a la fuente federal para sostener el presente nivel de vida. El timoneo de una prensa antiestadista y antiamericana, es otro de los grandes temas que se avanzan y se describen con lujo de detalle ya que los medios de comunicación conducen a la separación. Finalmente, la magia de “Se acabó lo que se daba” estriba en que no hay fórmula mágica y que todas las alternativas descolonizadoras tienen resultados mixtos y consecuencias agridulces. No importa lo que ocurra, por mucho rato siempre habrá dos Puerto Rico y los lazos de afecto y de cariño de la familia y la amistad son, a final de cuenta, mucho más valiosos, redentores y perdurables que los partidismos y el extremismo ideológico ciego. El nuevo repunte en las ventas y el interés generado por el relanzamiento de mi novela, son el mayor testimonio de que su trama ha logrado tocar muchas vidas...
sábado, 12 de julio de 2008
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