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miércoles, 7 de mayo de 2008

La Cobardía I

Image and video hosting by TinyPic El Vocero Luis Dávila Colón Hay una ley inmutable de la naturaleza que aplica tanto a la guerra, al amor como a la política: Del cobarde nunca se ha escrito nada. Sigo esta intro porque en el ahora “conservador”, “prudente” y republicanísimo Partido Nuevo Progresista, se ha propagado la idea de que hablar del status es malo y que no atajar ni enfrentar el rumbo hacia la separación antifederal que sigue Acevedo Vilá, es caer en su trampa y desenfocarse de los problemas de la economía. Ese tímido pensamiento, es precisamente el que siguió Luis Fortuño la semana pasada al quitarle el guante de la cara al PPD. Sus principales asesores le aconsejaron que no se puede ofender a los populares y que hablar de la polarización que quiere provocar AAV, le resta votos. Fortuño lo compró. A este servidor lo despacharon como un “status junkie” por haber denunciado el nuevo giro Popular. Allí no pasó nada, me dijeron. Nada distinto a lo de siempre, insistieron. Sí, soy “status junkie”, y qué. Por eso soy estadista, anticolonialista y combatiente de derechos civiles. ¿Acaso existe alguna otra razón para serlo? Pensé, por un momento, que estaba oyendo “visiones”, porque la última vez que cotejé, el PNP era un partido ideológico, hecho para avanzar la unión, detener el separatismo y el totalitarismo, combatir la dictadura y traer verdadero progreso. Lo que me imagino, habrá convertido en “status junkies” a sus fundadores y ni hablemos de sus próceres como Barbosa, Martínez Nadal, Miguel Angel García Méndez y Luis Ferré. Todos, por cierto, atrevidos y revolucionariamente republicanos, por derecho propio. Los que postulan la tesis del inmovilismo, no tienen conocimiento de la historia ni entienden de lo que se trata este juego. Para ellos, los electoralismos y el ganar para administrar la colonia, parece ser mucho mas importante que revolucionar el país y dar un salto electoral cualitativo y cuantitativo que convierta el PNP en partido mayoritario de masas y facilite la revolución descolonizadora. Vamos a empezar por tres realidades esenciales y luego sacamos los datos empíricos. 1) El PNP lleva 41 años tratando de administrar la colonia. En esa vaina se le han ido millones y dos generaciones. El ELA ha probado ser inservible e ingobernable. En eso hay unanimidad en el país. Sin embargo, en ese medio siglo el PNP no ha avanzado la estadidad un carajo. Desde el 1968 sólo ha logrado elegir gobernador en 5 de 10 elecciónes, ha obtenido control de la Legislatura sólo en 3 de 10, no ha podido romper el monopolio judicial rojo, ha perdido dos plebiscitos con la estadidad atascada en 46%, siempre nos ha dicho que el status no está en “issue” y cuando lo ganan al cabo de dos términos, la dictadura y la Prensa siempre logran desahuciarlos del poder. En las últimas dos ocasiones que lo sacaron del gobierno, el PNP ha estado prácticamente una década sin poder. En esos 41 años el PNP, aún administrando, nunca ha dejado de ser minoría. Y por cierto, en 41 años de administrar la colonia, los electoralismos casi siempre prevalecieron sobre la ideología. 2) El PNP ha promediado entre un 46% y un 49% de los votos en las elecciones de las últimas dos décadas. Pero más crítico aún, no todos los que votan PNP son estadistas, aunque sí pro unión permanente y pro americanos. Si tomamos los números que la estadidad obtuvo en los plebiscitos del 93 (785,859 votos) y 98 (728,057 votos), la estadidad nunca pasó de 46% y durante el reinado de Pedro Rosselló, cuando estaban muy ocupados cumpliendo promesas y mejorando la colonia, en un período de 5 años la causa de integración perdió 50,000 votos plebiscitarios. Lo que quiere decir, que si tomamos los 953,000 votos de Rosselló en las elecciones del 2004 y le restamos los 728,057 del plebiscito del 98, una de cada cuatro personas que vota PNP no es necesariamente estadista, aunque puedan simpatizar con los conceptos de unión permanente. O sea, tal como ha estado concebido y estructurado el PNP durante su vida inútil, su liderato no ha hecho otra cosa que chupar, usufructuar y administrar la colonia. Se conforman en las elecciones con obtener votos prestados y no electores firmemente convencidos de que en la unión y la integración está la seguridad, el progreso y la fuerza. Por ende, siempre dependen para ganar de votos periferales, pegaos por conveniencias y no por convicciones firmes. Dicho esto, usted pensará que los timoratos republicanos tienen la razón. Y ése precisamente es el entrampamiento. El pensar que se diseñan las estrategias para ganar elecciones, administrar la colonia y luego perder -porque el sistema está hecho para que las minorías no puedan cambiarlo- y nunca se hace campaña para acabar con dictaduras, armar mayorías abrumadoras, romper montes, hacer revoluciones, descolonizar y pulverizar los tentáculos económicos y jurídicos del andamiaje colonial. Ese fue el flautista de Hamelín que sedujo y redujo a la impotencia a figuras tan fuertes como Romero y Rosselló. Fortuño va en vías de seguir el mismo fantasma. 3) Por otro lado, si algo demuestra la simetría de la historia electoral e ideológica, es que el PNP y la estadidad siempre han crecido a costa de los excesos soberanistas y nacionalistas de un Partido Popular que se ha sentido obligado a tirar hacia la izquierda, hacia el antiamericanismo, hacia la separación y hacia la soberanía y en el proceso ha sido criadero de votos progresistas. Hoy, sin los votos del PIP, el PPD no gana. Esa es la oportunidad. Voy con datos. En el año 64 los estadistas bajo el PER eran 284,627. Entre el 60 y el 67 el Partido Popular se puso a trastear con el status, calentaron sus ideas separatistas con la Comisión de Status, hablaron de la culminación de un ELA soberano, se jugaron la baraja de un plebiscito en el 67 que produjo un salto cualitativo y cuantitativo con una estadidad que sorprendía con el 39% de los votos (de 12% que había obtenido en las elecciones del 52). El traqueteo de los populares con un Sánchez Vilella que los empujaba hacia la libre asociación y la división del PPD, logró que en el 68 el nuevo PNP obtuviera 390,623 votos o una ganancia de 106,000 votos más que en el plebiscito del año anterior. La brecha que en el 60 era de 2-1 del estadolibrismo sobre la estadidad, se había cortado a 5-4, precisamente porque Ferré fundó el PNP para avanzar la estadidad y jugó una estrategia ideológica y no electorera. Ferré no esperaba ganar tan temprano. Aunque señaló que el status no estaba en “issue”, sí enfatizó que Puerto Rico no aguantaba más y que “esto tiene que cambiar”. Ferré corrió con la “unión permanente”, con “estadidad, seguridad y progreso” y sentó la pauta que después ningún otro candidato del PNP siguió. Una vez probado el poder, lo importante sería ganar elecciones cogiendo votos prestados de donde único podían crecer, de las sobras ideológicas del Partido Popular. Continuará para beneficio de los timoratos y de los analfabetas ideológicos...

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